A unas cuantas horas de que comience la celebración este 1 de enero de los 30 años de su levantamiento contra el Gobierno mexicano, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) prepara sus festejos en el Caracol VIII Dolores Hidalgo, ubicado en Ocosingo, en el sureño estado de Chiapas.
Ocosingo, considerado como la puerta de entrada a la Selva Lacandona, es uno de los cuatro municipios importantes dentro de la historia de la insurrección en Chiapas, donde el EZLN incubó su movimiento desde 1984.
Sin embargo, fue hasta diez años después que el EZLN se levantó en armas para mostrar su inconformidad por no haber sido considerado en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) que entró en vigencia en 1994.
Además del cúmulo de reclamos agrarios por parte de las comunidades indígenas, miseria extrema, la nula procuración de justicia para los pueblos originarios, la voracidad de los ganaderos, terratenientes, madereros y políticos chiapanecos.
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Caralampio Santiz, indígena tzeltal de Altamirano y miembro activo de la Coordinadora Nacional Campesina entre los años 70 y 80, recuerda que “había en aquel tiempo terratenientes con miles de hectáreas, tenían hasta 5.000 o 6.000 hectáreas” y al campesino solo le pertenecía la tierra que trabajaba.
Rememoró que esas personas tenían puro ganado “y la gente solo ganaba 5 pesos diarios. Yo empecé a ganar un peso, era así en aquel tiempo”.
Caralampio, quien aún mantiene vivos los recuerdos de la lucha agraria y la defensa de los derechos humanos de los indígenas, relató la forma en que los insurgentes irrumpieron aquel primero de enero de 1994 en los municipios de Altamirano y Ocosingo, lo que dio pie a un enfrentamiento entre uniformados e insurgentes.
“¿Aquí en (Altamirano) hubieron muertos? No mucho, solo unos cuantos, pero en Ocosingo sí hubo bastantes muertos como nos informaron que ya había pasado, pero también dieron (balazos) ellos. Ah, porqué hay buenos francotiradores, también ellos tienen buenos. Y así pasó”.
Para el aniversario número 30, desde el 28 de diciembre los zapatistas se concentraron en la sede de los festejos para el recibimiento de los invitados, para lo cual realizaron el despliegue de milicianos, quienes son los encargados de la seguridad interna durante la celebración.
Sobre la entrada se encuentran algunos murales en lona donde plasmaron imágenes representativas de su diario vivir, en tanto que a un costado se observan cientos de casas de campaña donde pernoctarán los militantes e invitados de las organizaciones civiles.
Mientras que sobre el tramo carretero Ocosingo – Monte Líbano, los zapatistas montaron mantas con mensajes que dan la bienvenida e indican el camino a recorrer para llegar al campamento donde será el festejo.
Para el día 30 se espera la llegada de la “Caravana de Caravanas”, integrada por unas 1.000 personas de 19 entidades y 20 países, quienes partieron el pasado 25 de diciembre de Ciudad de México con destino a la Selva de Chiapas.
En este festejo se espera que la comunidad zapatista haga pública la reestructuración interna para continuar en la lucha por el reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas y su autonomía en Chiapas y todo México.
Marco Jiron Hernández, indígena tzeltal, activista y simpatizante del movimiento del EZLN. expresó que “la propuesta del zapatismo no ha muerto, queda vigente cómo cuándo nació, aún tenemos problemas de marginación, los problemas de salud siguen vigentes aunque se han invertido todos los recursos estos no han sido suficientes, hay mucho trabajo por hacer”.