Para Rodrigo algo estaba mal. A pesar de lo que les habían dicho los empleados del hotel donde él y su hermano se hospedaron, la vibración constante de las ventanas anterior a la llegada de 'Otis' indicaba un problema.
Al día siguiente, uno de los huéspedes de ese hotel les diría que salir de ahí era lo mejor que habían hecho porque a él le había tocado ver su habitación sin muebles y el baño caído dos pisos.
Fueron a Acapulco por trabajo
Rodrigo, de 34 años, y su hermano, Sebastián, de 31, fueron a Acapulco por trabajo, a medir unos muebles. Llegaron la mañana del martes 24 de octubre. Pero cuando terminaron 'la chamba', estaban tan cansados que decidieron quedarse a dormir un día. Se hospedaron en el Holiday Inn que está en la costera.
Para la noche, ya sabían que iba a llegar un huracán, preguntaron por los protocolos, pero el personal del hotel les dijo que sólo debían quedarse en su habitación (que estaba en el piso 6, con vista parcial al mar), que nada iba a pasar y que al siguiente día tendrían un desayuno gratis. Se fueron a dormir.
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"Como a las 10:30 me despierto. Escuché cómo se estaban moviendo los los cristales, no se estaban azotando, vibraban poquito, pero constante. Abro la ventana y veo que todavía no está la tormenta por acá, y dije: 'no'", cuenta Rodrigo en entrevista para Radio Fórmula.
"Le digo a mi hermano: 'A mí no me da buena espina que no me dicen nada. Yo veo que se va a poner horrible y todavía no impacta. Entonces falta, vámonos en un camión'", añade
Bajaron los dos a la recepción y otro empleado les dijo los mismo: que no había que hacer nada. Pero Rodrigo ya le había dicho a su hermano que hicieran las maletas. Tomaron un taxi y se fueron a la Terminal de Estrella de Oro, también en la costera.
"Ya estaban inundadas las calles, nos tardamos en llegar. Llegamos como 11:45 y nuestro camión salía 11:55", cuenta Rodrigo.
Entonces empezó a llover fortísimo y la encargada anunció que se cancelaban todas las corridas.
"La sensación como de alerta de un sismo que dura segundos, pero esta cosa duró dos horas. Empezó a vibrar todo: las puertas de cristal se empezaron a mover y, como ya nada las detenía, se zafaron, tronaron, y luego empezaron a tronar los canceles, todos los cristales empezaron a tronar.
"Se empezó a caer el plafón de los techos, y afuera ya no había luz, pero en la terminal había planta de emergencia", continúa Rodrigo su relato.
En esta ocasión, señala Rodrigo, los empleados de la terminal estuvieron pendientes de todos, les decían qué hacer y hacia dónde moverse. No hubo ahí ni un solo herido.
La mañana después de la tormenta
A la mañana siguiente inició la rapiña. Gente de afuera empezó a saquear tiendas de empeño de la parte de arriba de la terminal. Lo que les preocupó a Sebastián y a Rodrigo es que les dijeron que después de los saqueos empezaban los asaltos.
Salieron de la terminal y pasaron al Holiday Inn. Se encontraron a un señor que les dijo que irse del hotel era lo mejor que pudieron hacer, pues él había pasado la peor noche de su vida. Contó que a medianoche escuchó cómo se tronó un cristal de la fachada de su habitación en el piso 12, por lo que se fue al pasillo de su habitación.
"Se asoma y ya no había muebles, ya no había nada. Que sonó muy fuerte en el baño, abre el baño y que el piso del baño ya se había caído dos niveles", cuenta Rodrigo.
Así que salió corriendo de su habitación avisando a otros huéspedes que también salieran. Dijo que cuando llegó a la recepción los empleados ya no estaban.
Rodrigo y Sebastián se quedaron en otro hotel la noche del miércoles. Cuentan que los policías sólo veían lo que ocurría, pero que el Ejército llegó a limpiar y lo hizo muy rápido.
—¿El miércoles en la tarde ya se veía el ejército ahí?
— Sí, ya estaba el Ejército. La policía, la verdad, nada más se iba a asomar y en camionetitas iban llevando como si fueran combis a la gente, de punto a punto, y se supone que viendo que no se robarán nada, les decía con megáfono que que no, que solo tomaran comida pero nada de electrodomésticos. Pero cuando llegó el Ejército., llegaron y luego luego a limpiar.
Salir de Acapulco
El jueves, Rodrigo se paró temprano y supo que ya estaban organizando camiones para salir. Había una lista y priorizaron a la gente que necesitaba medicamentos para usar el poco combustible que tenían. Él y Sebastián pudieron salir en el tercer camión hacia Chilpancingo, debido a que Rodrigo necesitaba un medicamento. Cuando se iban, notaron que ciertas zonas ya empezaban a oler a gas.
Tardaron dos horas y media en llegar a la capital de Guerrero, ahí finalmente se pudieron comunicar con su familia. Luego le pagaron a un taxista para que los transportara a la Ciudad de México, pero al llegar a Cuernavaca, le avisaron al señor que habían encontrado muerto a su padre.
"Llegando a Cuernavaca, le hablan al conductor. Que encontraron a su papá muerto en Acapulco. Entonces nos dijo: les regreso equis cantidad del dinero y aquí los dejo, yo ya me regreso'. Ahí nos dejó, se regresó el Señor y ya fuimos a otra terminal de autobuses. Y ya, ése nos dejó aquí en la ciudad, pero ya en la noche, o sea, salimos de Acapulco a las 10 y media de la mañana y estábamos en la ciudad como a las 8:30", dijo Rodrigo.