Playa del Carmen, conocida por la célebre y turística Quinta Avenida, es ahora también sede de una “avenida” de dimensiones aún mayores: se trata del paso del Tramo 5 Sur del Tren Maya que está devastando la selva.
El espacio de unos 90 metros de ancho por varios metros de largo se ubica a unos 8 kilómetros al interior de la selva, donde se observa la presencia de distintos árboles como jabín, chaká, ceiba o algunas variedades de palmeras.
Se proyecta que el Tramo 5 Sur supere los 60 kilómetros de longitud, algunos de los cuales cruzarán avenidas ya establecidas, pero la mayor parte atravesarán espacios de selva media con flora y fauna endémica, así como con vestigios arqueológicos en distintos puntos.
En un recorrido realizado por Grupo Fórmula en algunas partes de la selva afectadas en Playa del Carmen, se observaron al menos 4 o 5 árboles por metro cuadrado, es decir, que si esto corresponde con todo el trazo, se podrían afectar de 21 a 27 millones de árboles con las obras de este segmento.
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De acuerdo con los activistas que se oponen a la construcción del Tren Maya por no respetar la ley ambiental del país, el desmonte de esta región comenzó unos 2 meses atrás; por lo que actualmente hay segmentos donde la vegetación ha comenzado a brotar.
Sin embargo, ese no es el único riesgo. En la Manifestación de Impacto Ambiental del Tren Maya presentada de manera extemporánea por parte del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), se advierte que uno de los mayores riesgos que tiene la ejecución de la obra en esta parte de Playa del Carmen es el hundimiento y el daño al suelo kárstico. Sin embargo, se identifica como un riesgo moderado.
En las inmediaciones del área impactada también se observan espacios en los alrededores donde los camiones del servicio de limpia de la ciudad depositan la basura que recogen en la localidad para no llevarla hasta los centros de depósito oficiales algunos kilómetros más adelante, según mostraron activistas a Grupo Fórmula.
En los alrededores de la obra del Tramo 5 del Tren Maya se observan espacios cubiertos por desperdicios urbanos como envolturas de productos alimenticios como frituras, botanas, o vasos de café de tiendas de conveniencia.
Pero también se muestran los contrastes donde apenas unos metros adentro de la selva se encuentra una caverna, bautizada por los ambientalistas como "Guardianes", donde hay vestigios arqueológicos y paleontológicos, como huesos de tapir, de perezoso y hasta rastros de carbón quemado de una vieja fogata.
Tren Maya podrá hundirse en el karst
El área despejada para las obras del Tramo 5 Sur del Tren Maya en Playa del Carmen se observan múltiples agujeros, algunos de unos centímetros de profundidad; pero hay otros que alcanzan sin mayor problema los 2 metros por debajo del nivel superficial del suelo.
Es ese el riesgo que los ambientalistas han advertido una y otra vez de hundimiento en caso de desarrollarse la obra. En las zonas donde la selva ha sido devastada se observan agujeros por todas partes a las orillas y al centro del trazo, que abarca unos 90 metros de ancho y que en el área alrededor de la caverna de los Guardianes supera el kilómetro de longitud.
Y adentro de la selva, en un área que no ha sido impactada y que los activistas esperan que se quede así, se encuentra la caverna, unos 300 metros la interior de la vegetación que no ha sido impactada.
Justo ahí, la caverna se encuentra formada por la superposición de varias capas de suelo kárstico que no son una unidad, sino varios fragmentos como si fueran las capas de un sándwich o las capas de una cebolla, completamente independientes.
Es por ello que los activistas que acompañaron a Grupo Fórmula a este recorrido advirtieron que puede ser un peligro para el Tren Maya, pero también para la infraestructura que lo rodee, pasar por la selva, un área que no se ha investigado a profundidad por parte de las autoridades y que se considera apta para un tren que viajará a más de 100 kilómetros por hora.
"Esto se va caer", insisten en relación con el Tren Maya, no como un deseo, sino como una advertencia. Y ojalá que no ocurra. Pero ahí está el primer aviso.