Si creciste en los años ochentas o después, seguramente recuerdas el color rojo y morado de los refrescos Lulú, que lo mismo podían tomarse en una bolsa de plástico con popote o a la hora de la comida, pero ¿qué fue del refresco Lulú?
En 1938, Rafael Víctor Jiménez Zamudio fundó Refrescos Pascual, S.A, que ofrecía agua embotellada, paletas y refrescos; pero fue hasta la década de los cincuenta cuando el emblemático refresco de frambuesa apareció personificado por Lulú, una sensual e inocente mujer.
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Aunque el origen de este personaje aún se debate, se dice que está inspirada en la chica flapper Betty Boop, en la protagonista de La Pequeña Lulú y hasta en la hija del dueño que llevaba el mismo nombre.
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A pesar de la incertidumbre sobre este personaje, la gente logró conectar muy bien con la imagen de la mujer y con eso color rojizo que convirtió a este refresco en el más sensual dentro del mundo de las bebidas mexicanas.
Sin embargo, en la década de los 80s, los mexicanos estuvieron a punto de perder su sabor, cuando el dueño de Pascual se negó a aumentar el salario de los trabajadores y estos se fueron a huelga.
El conflicto terminó en el remate de los activos de la empresa, pero los trabajadores decidieron comprarlos y fundaron la Sociedad Cooperativa de Trabajadores de Pascual S.C.L., marcando un hito en la historia, pero ¿qué pasó con Lulú?
Con el paso del tiempo el refresco Lulú se fue y volvió con varios cambios de imagen y con nuevos sabores incluidos –frambuesa, limón, manzana, piña, naranja, toronja y uva-.
Aunque muchos sólo ven al refresco como un viejo recuerdo de la infancia que ya no figura en los refrigeradores de las tienditas de la esquina, lo cierto es que sigue vigente en el mercado y si buscas bien, seguro la encontrarás en alguna de ellas.
Incluso, existen varios puestos de tacos que la ofrecen para bajarse el ardor de la salsa y también existe en los bares y cantinas en las que es ingrediente esencial para los cócteles y preparados.
Además, debido a la nostalgia que genera en plataformas de comercio electrónico existe la compra y venta de todo tipo de objetos alusivos a la imagen de este refresco, entre los que destacan botellas de vidrio antiguas y juegos de charolas que puede llegar a costar 950 pesos.