Este martes se reportó el asesinato durante la tarde del lunes de 2 padres jesuitas en la comunidad de Cerocahui, en el municipio de Urique en la sierra Tarahumara, al suroeste de Chihuahua, cerca de la frontera con Sonora.
El crimen sacudió a la comunidad religiosa del país, pero tuvo especial resonancia en los integrantes de la también conocida como Compañía de Jesús.
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Esa orden religiosa tiene presencia en el país desde el comienzo de la evangelización tras la invasión española a territorio americano en el siglo XVI.
Entre las misiones que llegaron estaban también presentes las órdenes franciscana, agustina, dominica y carmelitas, mismas que se encargaron de inculcar la religión católica a los habitantes del actual territorio mexicano y estadounidense, en lo que se llamó la Nueva España.
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La Compañía de Jesús es la más numerosa orden religiosa en la actualidad. Para 2020 reportaba unos 15 mil integrantes. Según sus documentos, lo que buscan es "la salvación y la perfección de los prójimos", y entre sus figuras destacadas aparece el actual papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio.
¿Cómo llegaron los jesuitas a la Sierra Tarahumara?
La orden jesuita llegó a territorio novohispano casi medio siglo después de la caída de Tenochtitlán, hacia el año 1574, cuando fundó el Colegio de San Pedro y San Pablo en la actual capital del país. La mayoría de sus representantes en un inicio eran de origen español, italiano, francés y portugués.
Los primeros representantes de la Compañía de Jesús que llegaron al noroeste del actual territorio de México se asentaron en Sinaloa hacia 1590, según el investigador de El Colegio de la Frontera Norte Miguel Olmos Aguilera.
Tras esta expansión, relata el investigador, los jesuitas se expandieron en un asegunda etapa primero al norte del actual territorio de Sonora y sur de Arizona, y después se internaron en el Golfo de California así como en la Sierra Tarahumara.
Los primeros registros de incursión de estos evangelizadores en la Sierra Madre Occidental, donde se ubica la Sierra Tarahumara, se dieron hacia 1619 de la mano del portugués Pedro Mendes, por una zona conocida como Chínipas, muy cerca de la frontera con Sonora.
"En el noroeste de la Nueva España, la enseñanza de las artes, incluyendo el teatro y la música, son actividades obligadas en colegios y pueblos de misión", refiere Olmos Aguilera respecto de las actividades que realizaron los jesuitas con los habitantes locales.
A partir del siglo XVIII, a México llegaron además comunidades de jesuitas principalmente de la zona de la Bohemia, en República Checa, quienes continuaron con estas labores de evangelización entre los habitantes originarios de la Sierra Tarahumara, y en quienes inculcaron prácticas como la producción artística.
Desde entonces, los jesuitas mantuvieron su presencia en la zona, de modo que en la actualidad representan una autoridad que participa en la organización de los rituales religiosos para los grupos originarios que aún habitan la región Tarahumara.