El doble sentido es uno de los recursos más utilizados en la comedia mexicana y a nivel mundial, incluso el mismísimo Shakespeare ha recurrido a él en más de una ocasión, pero ¿qué pasa en el cerebro para procesarlo?
De acuerdo con un estudio publicado en "Lateralidad: asimetrías del cuerpo, el cerebro y la cognición", el cerebro parece dividido por los juegos de palabras, pues el hemisferio derecho y el izquierdo cumplen cometidos distintos en el procesamiento de estos y la comunicación entre ambos es imprescindible para rematar el chiste.
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Para comprobarlo, investigadores de la Universidad de Windsor, en Ontario, mostraron a los participantes un vocablo relacionado con un juego de palabras en el campo visual izquierdo o derecho (regidos por el hemisferio opuesto del cerebro, derecho e izquierdo) y analizaron el tiempo de reacción de los sujetos en cada situación para averiguar qué hemisferio era el dominante.
Lori Buchanan, profesora de psicología y autora del estudio, explicó que el hemisferio izquierdo, el del lenguaje, es el encargado de procesar la mayoría de los aspectos lingüísticos del juego de palabras, mientras que el derecho se pone en marcha un poco más tarde para revelar el doble sentido de la palabra.
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La interacción entre ambos permite entender el chiste, como una forma de juego de palabras, pues completa la fórmula básica del humor: la suma de expectación e incongruencia da como resultado la risa.
En el caso del doble sentido, donde las palabras adquieren significados ambiguos, el contexto de la frase nos prepara para interpretar la palabra de forma específica, lo que sucede en el hemisferio izquierdo.
Sin embargo, la risa surge hasta que el hemisferio derecho nos da pistas acerca del otro significado inesperado de la palabra, desencadenando lo que Buchanan califica como una "reinterpretación sorpresiva".
Esto reforzaría la teoría de que las lesiones cerebrales que afectan al hemisferio derecho pueden acarrear déficits en el sentido del humor de algunas personas, que entienden el significado de la broma pero "opinan que no es graciosa", aclara Buchanan.