El Tren Transístmico es una de las obras de desarrollo promovidas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que ha atraído la atención pública hacia el sureste mexicano y promovido un intenso debate sobre las consecuencias ecológicas de los “megaproyectos”, como sucede con la construcción del Tren Maya.
El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, como es oficialmente denominado, es un conjunto de proyectos que busca ampliar las rutas de comercio internacional y promover la producción en la región.
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Las obras del Tren Transístmico se sitúan en el Istmo de Tehuantepec, corredor que conecta el Pacífico oaxaqueño con las aguas veracruzanas del Golfo de México, desde el puerto de Salina Cruz hasta el de Coatzacoalcos, atravesando una de las cinturas más estrechas del continente americano.
El “megaproyecto” atravesará 79 municipios, 33 ubicados en Veracruz y 46 en Oaxaca, y requerirá la validación de 11 pueblos indígenas mediante consultas promovidas por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).
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El Tren Transístmico supondrá una inversión estimada de 104 mil 220 millones de pesos con capital nacional privado, público y del sector social, según refiere la carpeta informativa 119 del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados.
De acuerdo con Rogelio Jiménez Pons, exdirector general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y actual subsecretario de Transportes de la Secretaría del ramo, las obras del Tren Transístmico se conectarán con el Tren Maya desde Palenque hasta Coatzacoalcos, ampliando la red de transporte de mercancías y pasajeros.
¿Qué proyectos incluye la ampliación del Tren Transístmico?
El gobierno federal, a través de un organismo público descentralizado llamado Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, anunció la ampliación del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec a lo largo de 304 kilómetros, la construcción de un gasoducto, una línea de fibra óptica, 10 parques industriales y 6 Polígonos de Desarrollo e Innovación, así como la modernización de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, y la rehabilitación de las refinerías de Salina Cruz y Minatitlán.
Además de ser un tren de carga para promover el comercio, el Corredor Interoceánico fue propuesto por el gobierno de AMLO como una “cortina de desarrollo” que frenará la migración de mexicanos y centroamericanos hacia Estados Unidos gracias a un aumento en la oferta de trabajo.
Y es que las empresas que decidan operar en los 10 parques industriales que se construirán en la región serán beneficiadas con el decreto de una “zona libre” en la que se promoverá la inversión con reducciones de impuestos del 8 por ciento al IVA y 20 por ciento al ISR.
Las operaciones industriales y comerciales en la región sureste requerirán, eventualmente, de la construcción de diversos proyectos energéticos, como poliductos, terminales de gas natural licuado y nuevas redes de transmisión eléctrica, según detalló un estudio comparado de diversos documentos oficiales realizado por GeoComunes.
Al igual que ha sucedido con el Tren Maya, el inicio de las obras de rehabilitación y ampliación del Tren Transístmico ha provocado dudas y rechazo por parte de habitantes de la zona. Así lo han manifestado comunidades oaxaqueñas organizadas, respectivamente, en la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo y a la Asamblea de Pueblos del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio.