La viruela de mono, también conocida como monkeypox, ha encendido las alertas a nivel mundial, pues en las últimas semanas se han registrado 14 contagiados confirmados y 38 sospechosos en Reino Unido, Portugal y España, pero ¿cómo debemos protegernos ante esta nueva enfermedad?
Se trata de un ortopoxvirus que infecta a animales como roedores, los hospedadores del virus, y provoca brotes en primates y, con baja frecuencia, en humanos.
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Los síntomas de esta enfermedad son similares a los de la viruela común, aunque más leves: fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor de espalda, escalofríos y agotamiento.
En humanos, la transmisión del virus se puede transmitir por medio de la saliva o secreciones respiratorias, contacto y exposición a gotas, así como por partículas que emanen de las heces.
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También se puede transmitir por contacto estrecho con lesiones cutáneas de una persona infectada, así como con objetos contaminados y por medio de las relaciones sexuales, sin que se trate expresamente de una enfermedad de transmisión sexual.
¿Cómo debemos protegernos de la viruela del mono?
Debido a que se trata de una enfermedad que puede ser transmitida por vía respiratoria, los especialistas han recomendado el uso del cubrebocas.
Sin embargo, la mayoría de los casos detectados por ahora en Europa se han producido en relaciones sexuales sin protección, por lo que se recomienda extremar precauciones.
Además, se recomienda que las personas que presenten síntomas se aíslen en una habitación y cubran cualquier lesión en el cuerpo, pues el paciente es contagioso hasta que todas las costras hayan caído.
Mientras que al personal sanitario se le recomienda utilizar equipos de protección personal (epp), vigilancia, alerta y seguimiento de los casos.
Cabe destacar que el periodo de incubación suele ir de los seis a 13 días, aunque en algunos casos puede presentarse de los cinco a los 21 días.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tasa de letalidad entre los distintos brotes se ha situado entre apenas entre el uno y el 10 por ciento, la mayoría de las defunciones han ocurrido en niños pequeños.