Nacional

SEGURIDAD

Los "fantasmas" de Jerez: Las casas y las vidas que arrebató el narco

Las disputas entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa por el territorio de entre 14 y 18 comunidades de Jerez provocaron el desplazamiento de al menos 2 mil personas amenazadas por la violencia del narco.

Las casas fueron los testigos de los enfrentamientos entre cárteles que causaron los desplazados en Jerez.Créditos: Daniela Mena / Grupo Fórmula
Escrito en NACIONAL el

Laura y su familia se fueron de Sarabia, comunidad del municipio de Jerez en Zacatecas, hace 9 meses. Ellos no pudieron llevarse sus cosas, por lo que huyeron con lo que llevaban puesto. Entonces se convirtieron en desplazados. Esta información forma parte de la investigación especial Los "fantasmas" de Jerez: Las casas y vidas que arrebató el narco.

Igual que alrededor de 3 mil habitantes de otras 17 comunidades del municipio abandonaron su casa y sus tierras, donde cosechaban durazno, forraje de avena, manzana, frijol y maíz, a causa de la violencia y el terror que generaron las disputas por el territorio entre los mayores grupos criminales del país: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa.

El narco llegó a su territorio en julio de 2020, según lo que recuerdan varios desplazados. Durante los primeros seis meses de su asentamiento no los violentaron. No obstante, las primeras agresiones contra ellos se registraron en febrero de 2021.

Los integrantes del CJNG y del Cártel de Sinaloa quemaron varios vehículos en las comunidades para generar terror. Créditos: Aldo Gutiérrez.

Laura recuerda que ella y su esposo, junto con sus suegros, estaban en el campo sembrando maíz, cuando un grupo de hombres armados entró a su domicilio y les robaron varias de sus pertenencias.

“Nosotros andábamos sembrando y personas entraron a mi domicilio. Se llevaron mucha ropa de mi esposo, se llevaron un beng (Mercedez Benz) de mi suegro y nos dejaron una troca que traía comida, alimentos, víveres”, relató en entrevista con Grupo Fórmula.

Para Raúl, el suegro de Laura, ese suceso les quitó la tranquilidad de vivir en Sarabia. El miedo provocó que abandonaran su patrimonio y se fueran al centro de Jerez. Antes de irse, pusieron candados con cadenas en sus puertas para evitar que los criminales se metieran a robar.

“Nosotros nos fuimos a la buena de Dios con lo que traíamos puesto; para mis niños 3 cambios [de ropa], para mi esposo 2, para mí 2. Nos fuimos a buscar dónde vivir”, señaló Laura.

Los nombres de Laura y Raúl, así como de todas las víctimas de desplazamiento de este reportaje son ficticios, ya que pidieron a este medio de comunicación proteger su identidad para evitar ponerlos en riesgo. Sin embargo, sus historias y testimonios son reales.

Los desplazados se llevaron lo indispensable porque creyeron que iban a volver

María tenía 30 años viviendo en Sarabia y a pesar de que ni a ella, ni a su familia los agredieron directamente, tuvieron que abandonar la comunidad para proteger a sus hijos.

“[Las personas] se estaban saliendo porque ya había faltado gente en otro rancho, que secuestrados, que se los llevaban y pues nosotros nos salimos por nuestros hijos”, contó.

El miedo pasó de lo emocional a lo físico y provocó que una de sus hijas se enfermara de los nervios, ya no podía dormir. Entonces ella se fue de Sarabia incluso un mes antes que el resto de la familia.

Pero ese temor ante el incremento de la violencia en su comunidad no paró ahí y alcanzó incluso las oraciones de la madre de familia. Ahora sumaba en sus plegarias diarias las gracias a Dios por “amanecer y oscurecer” con vida.

La familia, ahora de desplazados, sólo se llevó algunas bolsas con ropa; no sacaron su estufa o las camas porque creyeron que la violencia iba a parar y ellos podrían regresar pronto. Ellos también se mudaron a la cabecera municipal de Jerez, donde buscaron una casa para rentar.

“Cuando salí de mi casa, volteé, miré la casa y dije: 'pues al rato nos venimos, se va a componer'. Y en vez de componerse, se empeoró. Se empeoró más y más hasta que los ranchos quedaron abandonados”, narró la víctima de desplazamiento forzado.

Sarabia, Palmas Altas, Cieneguitas, Guadalupe Victoria y Ordoñez son algunas de las comunidades que se convirtieron en pueblos fantasma desde hace 9 meses, hacia la segunda mitad de 2021; pues las casas se quedaron deshabitadas y las tierras con siembras de duraznos, forrajes y avena, pero también con el cultivo de maíz y frijol para el autoconsumo, abandonadas.

En algunas, el único huésped sigue siendo el silencio porque los desplazados no han regresado.

¿A dónde se fueron los desplazados?

La mayoría de los desplazados de las comunidades de la sierra se trasladaron al centro de Jerez para empezar casi de “cero”, es decir, buscar una casa para vivir, algunos incluso muebles para dormir o sentarse y conseguir un trabajo.

Esto se debe a que en sus comunidades se dedicaban a la agricultura y la ganadería, la mayoría tenía vacas y borregos. Ambas son las principales actividades económicas de las localidades de la Sierra de Jerez, de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).

Por lo que al abandonar sus tierras, los desplazados perdieron su principal fuente de ingreso y tuvieron que dejar su forma de vida para buscar una actividad diferente, más de ciudad. Obrero, transportista, cargador, lo que fuera que pudieran hacer en la urbe a cambio de algunos pesos. Pero no era diario, no era siempre. "No más cuando te hablan, a veces dos, tres días", contó uno de ellos.

Aunque no todas las familias son iguales. Las familias de desplazados que están integradas por niños, niñas y adolescentes tuvieron que buscar además escuelas para que continuaran con sus estudios.

En el caso de Laura y su familia sufrieron durante 8 días, tras abandonar Sarabia, porque no encontraron ninguna casa en renta.  Así que el hermano de su suegro los recibió en su hogar. Sin embargo, estaban todos “amontonados” porque en conjunto eran muchas las 12 personas que ese inmueble les quedó pequeño.

Después hallaron una casa en la que vivieron durante 5 meses, hasta que dieron con una residencia “más grandecita” donde viven actualmente.

Pero sobrevivir se volvió en un problema. En ese periodo, el esposo de Laura estuvo un mes sin trabajo. Pero ella tiene familiares en Estados Unidos (EU) que los apoyaron durante ese tiempo. Sus suegros tampoco pueden trabajar y a ellos los ha apoyado económicamente otro de sus hijos. Raúl, su suegro, opinó que, de no haber contado con esa ayuda, hubiera sido imposible rentar una casa y sobrevivir.

Como ellos, otras familias de desplazados tuvieron que recibir ayuda de sus seres queridos que viven en territorio estadounidense.

Los desplazados tuvieron que buscar otros trabajos

La casa que María y su familia encontraron es varios metros cuadrados más pequeña que la suya. Tanto que la habitación principal tuvo que hacer las veces también de sala y dormitorio al mismo tiempo.

La familia ahora sólo tiene 3 recámaras y en su casa de Sarabia tenían 4; así como cocina, sala y comedor amplios, según el recorrido realizado por el inmueble abandonado.

Una barda diminuta separa la sala-dormitorio del comedor, donde hay una mesa sobre la que el esposo de María coloca el chicharrón de cerdo que empezó a vender desde que se fueron de Sarabia.

La cocina está junto al comedor y es de 2 metros cuadrados aproximadamente. Ahí María prepara tamales para venderlos y obtener un ingreso que le permita contribuir con los gastos de la casa.

Adicionalmente, se convirtió en trabajadora del hogar, igual que su hija menor, desde que se mudaron al centro de Jerez. 

Al interior de su casa no hay espacio para el cazo en el que su esposo prepara el chicharrón. Por lo que cada vez que lo va a usar lo instala sobre la calle, frente a la entrada principal.

“El día que llegamos no hallábamos cómo acomodar las camas y yo decía: mi casa tan grande allá y aquí ni cómo acomodar”, recuerda entre lágrimas.

Hubo familias que se fueron a EU, algunas regresaron y otras no

Francisco es otro de los desplazados; él es originario de Palmas Altas y abandonó su comunidad a finales de marzo del año pasado.

Ello, después de que el miércoles de ceniza, 17 de febrero de 2021, “levantaron” a seis personas. Lo que provocó que la mitad de los habitantes del rancho, unas 50 personas, se fueran.

El desplazado dejó su comunidad y se fue a vivir a casa de uno de sus primos. Mientras que a sus papás los recibió otro de sus familiares, con quien permanecieron hasta que encontraron un inmueble para rentar en la colonia San Isidro.

Esa colonia se convirtió en la comunidad de desplazados, ya que ahí viven varias familias que abandonaron sus ranchos. San Isidro está a 30.3 kilómetros de Palmas Altas.

Guadalupe Victoria fue una de las comunidades que quedó abandonada porque las víctimas de desplazamiento se fueron a EU. Créditos: Aseneth Hernández.

El campesino sólo pasó un mes en el centro de Jerez porque decidió irse a EU, junto con su esposa e hijo, para trabajar. 

Allá consiguió empleo como lavaplatos, pero las jornadas laborales eran de 12 horas. Por lo cual sólo estuvo 5 meses allá y se regresó en septiembre de 2021. 

“Todo mundo rondamos, de perdida, en 3 casas. Ahorita ya tenemos un techo donde dormir”, aseguró Francisco.

Como él hubo varios desplazados que cruzaron la frontera y algunos ya no van a regresar.

Guadalupe Victoria es un ejemplo. La mayoría de los habitantes de esa comunidad viven en EU y de vez en cuando regresaban para arreglar sus casas, describe Francisco; sin embargo, con el incremento de la violencia casi todos las abandonaron y es poco probable que regresen, aclaró.

Las casas de los desplazados se convirtieron en campo de batalla

Las casas fueron los testigos principales y las segundas víctimas de la violencia que se desató cuando los desplazados abandonaron las comunidades de Jerez. Créditos: Aldo Gutiérrez.

Las casas de los desplazados se convirtieron en campo de batalla: paredes y techos perforados con impactos de armas largas; muebles destruidos; vidrios rotos; espejos estrellados; candados y cadenas rotos; ropa sucia e inservible apilada en el piso; juguetes destruidos; fotografías y portarretratos tirados; camionetas quemadas; casquillos de bala y sangre entre sus pertenencias.

En algunas viviendas hubo enfrentamientos entre los cárteles y militares, como esta de Guadalupe Victoria. Créditos: Aseneth Hernández.

Así fue como las víctimas de desplazamiento interno forzado encontraron sus casas cuando regresaron, luego de que el gobierno federal instaló, con apoyo del estatal y municipal, una base militar en Palmas Altas y una de la policía estatal en Guadalupe Victoria el pasado 17 de marzo.

Elementos de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano escoltaron a los desplazados para que visitaran sus hogares.

Los grupos criminales que saquearon las casas de los desplazados dejaron los recuerdos familiares, como las fotografías. Créditos: Aldo Gutiérrez.

Algunas viviendas se convirtieron en escenas del crimen

La vivienda de María en Sarabia se convirtió en una escena del crimen; pues entre sus paredes se enfrentaron militares con sicarios de uno de los cárteles. No importa cuál, las balas destruyen igual.

En el inmueble murió un elemento de la Guardia Nacional, por lo que la Fiscalía General de Zacatecas colocó varios sellos para impedir la entrada. 

“Yo no supe ni qué hacer porque fue un golpe muy duro, miré que estaba sellada y me dice un soldado: ‘es que no puede entrar’ y le digo pero ¿por qué no? Yo todavía peleaba, es que es mi casa”, cuenta.

Posteriormente, llegaron otros dos soldados y María siguió alegando que quería pasar porque era su casa. Hasta que uno de ellos le permitió entrar con la condición de que volviera a colocar los sellos al salir.

Los desplazados encontraron varios casquillos de bala entre sus pertenencias cuando regresaron a sus casas. Créditos: Aldo Gutiérrez.

Desde que se fue, María continuó visitando su casa y sus tierras en Sarabia cada dos semanas o una vez al mes para asegurarse que los animales que dejaron en el rancho estuvieran bien.

La última vez que acudió a su vivienda fue en octubre del año pasado. Por ello, María esperaba encontrar su casa como las otras, desordenada y con algunos daños, pero se llevó una sorpresa que la impactó a ella y a su familia.

“Entramos a la casa ahí y lo primero que miramos fue que estaba bien baleada. Todos los cuartos, todo muy destrozado. Yo no me esperaba eso, fue un golpe muy duro. Yo esperaba encontrar la casa tirada, pero a mí no me dejaron nada”, recordó la víctima mientras se apretaba las manos.

El inmueble fue uno de los más dañados de todas las comunidades de desplazados porque hay rastros del enfrentamiento en toda la propiedad.

Durante el operativo destruyeron una pared de la cocina y el techo de lámina de algunas habitaciones fue perforado con balas de alto calibre. Además, el crimen organizado se llevó varios muebles y la casa quedó prácticamente vacía.

En la casa de María las huellas del enfrentamiento están por todas partes. Créditos: Aseneth Hernández.

La víctima sostuvo que regresar y ver cómo quedó su casa fue como si le lanzaran un “balde de agua fría”; le costó trabajo asimilarlo y aunque era obvio, no podía entender lo que había pasado. Tanto que cuando estuvieron ahí, María se enfocó en encontrar cosas para llevar a su nuevo hogar y no se dio cuenta de que la mayoría estaba inservible.

Entre las pertenencias que una de sus hijas logró recuperar está el álbum de fotos de la fiesta de sus quince años que también tiene “marcas de guerra”.

El álbum de fotografías fue impactado con un arma de fuego durante el enfrentamiento entre militares y sicarios. Créditos: Aldo Gutiérrez.

Las casas que el narco no destruyó, las saqueó 

La señora Laura y su familia no visitaron Sarabia durante 8 meses. La primera vez que acudieron fue cuando los militares los escoltaron y encontraron su casa “hecha un desastre”.

“Yo no había venido aquí a la casa, apenas vine. Me sentía muy decepcionada, muy triste porque uno hace sus cositas con sacrificio para de la noche a la mañana perder todo”, declaró.

Los criminales robaron su estufa, lavadora y deshicieron su recámara. “Lo que no les gustó me lo destrozaron”, resaltó.

Cuando llegaron se dieron cuenta de que se metieron a robar porque los candados y las cadenas que pusieron estaban rotos en el piso. En el suelo había ropa de toda la familia, regada y sucia. Laura decidió no llevarse nada.

La casa de sus suegros estaba igual y ellos indicaron a Grupo Fórmula que encontraron unos calcetines en el baño cuando regresaron.

“Aquí se bañaban los señores y nos dejaron unos calcetines todos mugrosos”, agregó la suegra de Laura.

Los integrantes de los cárteles vaciaron la casa de Raúl, igual que la de muchos otros desplazados. Créditos: Aseneth Hernández.

Su casa también fue saqueada, la ropa la dejaron en el suelo y sólo les dejaron una mesa, una vitrina, un colchón, un refrigerador, una cama completa y una base; así como algunos utensilios de cocina. Pero también se llevaron sus herramientas de trabajo.

“Todas las cosas nos las robaron, como por ejemplo estufa, lavadora, una hielera y compresores, herramienta de trabajo que teníamos aquí nosotros para trabajar”, añadió Rosendo, el suegro de Laura.

También se llevaron el comal de la esposa de Raúl. Créditos: Aseneth Hernández.

Los desplazados de Sarabia no han regresado a su comunidad, igual que los de Cieneguitas, porque temen que los integrantes del CJNG y del Cártel de Sinaloa regresen al no tener una base militar permanente.

El pasado 11 de abril algunos desplazados se organizaron para ir en caravana y visitar sus casas para evaluar los daños. Las víctimas solicitaron la custodia de elementos del Ejército Nacional para sentirse tranquilos.

Los habitantes de Sarabia se organizaron para acudir a la comunidad y hacer un recuento de daños. Créditos: Especial.

En Palmas Altas sí pudieron sacar sus cosas antes de que saquearan las casas

Francisco, habitante de Palmas Altas, sí logró sacar sus pertenencias de mayor valor. Después de que la mitad de la comunidad abandonó sus hogares, tras el secuestro de 6 personas el 17 de febrero del año pasado.

La víctima y otros desplazados pidieron a las autoridades municipales que los ayudaran a regresar a sus casas. Aunque al principio no les hicieron caso y les decían que todo el país estaba lleno de inseguridad.

Los desplazados solicitaron la intervención de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano, pero el secretario de Gobierno del Ayuntamiento de Jerez, Marco Antonio Vargas, siempre les decía que no se podía.

Ello, a pesar de que los militares les indicaron que estaban en toda la disposición de intervenir.

“Los militares siempre tuvieron la disponibilidad. El municipio no quiso hacerlo en su momento”, destacó.

Francisco detalló que los uniformados sólo necesitaban que el secretario firmara un documento para que ellos intervinieran, pero no lo hizo. Los desplazados estaban desesperados y se acercaron a la Secretaría de Bienestar porque algunos elementos de la Guardia Nacional entregan despensas en Jerez. 

A pesar de esto, Vargas renunció a su cargo como secretario y el pasado 22 de marzo fue nombrado Coordinador de los Asuntos para los Desplazados de la Sierra.

Los desplazados de Palmas Altas temían que los sujetos armados se metieran a sus casas y las saquearan. Por eso presionaron al gobierno municipal.

En la mayoría de las casas dejaron la ropa de los desplazados. Créditos: Aseneth Hernández.

Los narcos saqueaban las casas para hacer sus campamentos en los cerros

El desplazado reveló que los integrantes de los cárteles saquearon las casas para llevarse cosas que les sirvieran para construir sus campamentos en los cerros de la zona serrana de Jerez que son puntos estratégicos para vigilar las comunidades. Lo único que no robaron, ni destruyeron fue la iglesia.

“A veces salían notas donde [el gobierno decía] logramos quemar un campamento con capacidad de 50 o 60 personas. Pero nosotros decíamos eso no ayuda en nada porque quemaban eso, pero a los dos, tres días venían y se metían a otra casa y volvían a poner otro campamento de nuestras pertenencias”, sostuvo Francisco.

Cuando la Secretaría de Seguridad Pública de Zacatecas (SSP) destruía los campamentos emitía comunicados oficiales para informar a la población; como ocurrió el 14 de septiembre de 2021 que destruyó dos campamentos, uno en Jerez y otro en Guadalupe. La dependencia identificó que dichos campamentos eran utilizados por el narco como puntos de vigilancia.

Asimismo, usaban las camionetas y la maquinaria agrícola de los desplazados para trasladarse entre las comunidades y en los cerros aún hay varios tractores abandonados. 

La iglesia de Palmas Altas no fue saqueada, ni tuvo daños. Créditos: Aseneth Hernández.

Después de 15 días de que los desplazados presionaron a las autoridades, estas accedieron a proporcionarles acompañamiento de la Guardia Nacional para que los escoltara a Palmas Altas y sacaran sus cosas.

“No les dimos todavía mucho tiempo para que empezaran a saquear las casas. Logramos llevarnos todo lo de más valor de nuestras pertenencias. Y entonces sí, pues ya resignarnos a dejar nuestras casas solas a su suerte”, espetó.

Esa no fue la primera vez que regresaron

Los desplazados regresaron en octubre del año pasado a Palmas Altas porque pensaron que lo peor ya había pasado, según Francisco. Estuvieron ahí aproximadamente un mes, durante ese tiempo trabajaron en el campo y cosecharon sus tierras.

Intentaron regresar a su vida normal y no lo consiguieron. El 17 de noviembre se llevaron a cuatro jóvenes de la comunidad: dos aparecieron sin vida al día siguiente y los otros dos siguen desaparecidos.

El gobierno local se comprometió a rentar tierras para que los desplazados las trabajaran mientras estaban fuera de sus comunidades; igual que a rentarles casas en las que pudieran vivir. Ninguno de los compromisos se llevó a cabo, afirmó Francisco.

Ante la falta de acciones del gobierno de Zacatecas y de Jerez para que los desplazados retornaran de forma segura a sus comunidades. El pasado 10 de marzo se trasladaron a la Ciudad de México y protestaron afuera de Palacio Nacional para pedirle ayuda al presidente Andrés Manuel López Obrador para regresar a sus comunidades.

El gobierno estatal, liderado por David Monreal, se reunió con representantes de las comunidades de desplazados el 11 de marzo, un día después de la protesta.

El 14 de marzo, el gobierno municipal informó que pondría en marcha la fase “Recuperación” del Proyecto Integral de Atención a Víctimas del Desplazamiento Forzado. El cuál elaboró con el gobierno estatal y con el que buscan garantizar el regreso de los desplazados a sus hogares.

Tres días después, el 17 de marzo, el gobierno federal indicó que instalaría bases militares en Palmas Altas, Ermita de los Correa, Guadalupe Victoria y Villahermosa. Sin embargo, las primeras dos comunidades son las únicas que tienen vigilancia permanente.

A pesar de que el gobierno estatal y municipal han realizado recorridos por las comunidades, la última fue el pasado 11 de abril, no han garantizado el regreso seguro de los desplazados de todas las comunidades porque son pocos los que han vuelto.

Durante los recorridos evaluaron el estado en el que están las casas, los espacios públicos y si les falta algún servicio, como luz o agua potable, de acuerdo con la secretaria general de Gobierno de Zacatecas, Gabriela Pinedo Morales. En entrevista con Grupo Fórmula explicó que esa información la utilizaron para elaborar un diagnóstico para la segunda fase del Proyecto que consiste en realizar trabajos de saneamiento.

La segunda fase iniciará esta semana e intervendrán todas las dependencias gubernamentales, ya que es necesario reparar y reconstruir las viviendas de los desplazados, arreglar los caminos, realizar labores de limpieza y rehabilitar todos los espacios públicos.

"Nuestro proyecto es para tener un regreso a las comunidades, para que la gente pueda volver a sus hogares. Vamos a tener que cumplir con una serie de fases que nos aseguren primero que la gente va a tener la seguridad, van a estar resguardados en sus comunidades. Dos que van a tener las condiciones mínimas para vivir, agua y luz. Que la infraestructura también les permita desarrollar las diferentes actividades de la vida cotidiana y que puedan retomar la vida, por así decirlo, productiva", declaró.

Pinedo Morales detalló que el gobierno Zacatecas contabilizó alrededor de 3 mil desplazados de 14 comunidades del municipio de Jerez y en otras 4 hubo personas que fueron víctimas de desplazamiento interno forzado parcial porque las casas no están abandonadas.

Asimismo, señaló que el problema de desplazamiento lleva 2 años en las comunidades de Jerez; sin embargo, el gobierno anterior, liderado por Alejandro Tello, no lo atendió. Mientras el gobierno realiza acciones en este municipio, en Valparaíso las disputas entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa continúan. El pasado 19 de abril se registró un enfrentamiento.

Zacatecas no había registrado desplazados desde 2017

El desplazamiento es una violación a derechos humanos, principalmente al derecho de libre circulación y a elegir un lugar de residencia, de acuerdo con la coordinadora del área de desplazamiento interno forzado de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), Brenda Pérez.

"De entrada se vulnera el derecho a la seguridad, el derecho a la vida, el derecho a la privacidad, el derecho a contar con un recurso eficaz, el derecho a la educación, a la vivienda, a la salud integral, a la personalidad jurídica, al empleo, a tener el derecho a los medios de subsistencia, entre muchos otros", añadió.

La especialista en desplazamiento comentó, en entrevista con Grupo Fórmula, que los desplazados se enfrentan a diversas violaciones de derechos generales: civiles, políticos, económicos y culturales.

En la Comisión realizan monitoreos sobre los episodios de desplazamiento que ocurren cada año a nivel nacional y presentan un informe anual.

Los episodios son eventos registrados por los medios de comunicación, donde se registra un hecho detonante que genera el desplazamiento de al menos 5 familias o 20 personas.

El año pasado 44 mil 905 mexicanos fueron víctimas de desplazamiento interno forzado a causa de la violencia durante 2021. Esto se debe a que se registraron 40 eventos de desplazamiento interno masivo en 10 entidades, de acuerdo con cifras preliminares de la CMDPDH.

Brenda Pérez destacó que en 2021 fue la primera vez, en cinco años, que la Comisión identificó desplazamiento interno generado por grupos armados en Zacatecas.

"Con anterioridad habíamos identificado en el informe de 2017, pero en un caso relacionado con un proyecto minero que había desplazado a varias personas y ahora fue muy interesante porque no habíamos registrado presencia o información que mostrara la ocurrencia de los episodios de desplazamiento interno en el estado de Zacatecas", expuso.

Zacatecas fue una de las entidades que registró mayor número de episodios de desplazamiento. Por lo menos ocurrieron 9 episodios en los municipios de Jerez, Fresnillo, Calera, Valparaíso y Monte Escobedo por la violencia generada por grupos armados organizados. Los cuales afectaron a 3 mil 646 personas.

Los gobiernos municipal, estatal y federal tienen la obligación de garantizar los derechos de cualquier persona. Esto quiere decir que las autoridades deben implementar las medidas que sean necesarias para "poner fin a la situación de desplazamiento", aseguró la especialista.

¿Y qué significa acabar con la situación de desplazamiento? Lograr que las personas recuperen los derechos que perdieron cuando abandonaron sus comunidades.

Los desplazados sueñan con volver a sus casas y regresar a trabajar sus tierras, como antes. Aunque para hacerlo demandan la colocación de bases militares permanentes en todas las comunidades, no sólo en unas cuantas. Ellos saben que sus vidas no volverán a ser las mismas, pero anhelan regresar.

"Queremos regresar, es nuestro sueño. Para mí la vida en el rancho es muy bonita. La vida en el pueblo es muy triste porque ahí si no tienes, no comes y aquí en el rancho si no tienes, aquí hay nopales y ya tenías tus nopalitos con su chilito rojo y ya comía uno", expresó Laura.

Te invitamos a leer el reportaje completo Los "fantasmas" de Jerez: Las casas y las vidas que arrebató el narco en nuestro micrositio.