México vive su propia guerra. Una que comenzó hace más de una década y que le ha costado al país miles de muertes y desapariciones. Una que se ha convertido en el principal desafío de gobiernos de todos los colores: blanquiazul con Felipe Calderón (PAN), tricolor con Enrique Peña Nieto (PRI) y guinda con Andrés Manuel López Obrador (Morena).
Sin embargo, la Cuarta Transformación (4T) asegura que ahora hay razones para estar “optimistas” sobre la situación de violencia en el país. En un reciente informe, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPyC) reportó que en 2021 hubo una disminución de 4 por ciento en el homicidio doloso frente a 2019, el primer año de AMLO. Con 33 mil 308 carpetas de investigación, el año pasado fue el segundo con una tendencia a la baja en este delito.
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Y aunque esta reducción se mantuvo en el primer mes de 2022, cuando según la SSPyC los homicidios alcanzaron su nivel más bajo para un enero en los últimos cinco años, con 2 mil 427 casos (un promedio de 79 diarios), lo cierto es que en el arranque del año han ocurrido masacres que siguen desatando terror entre los mexicanos.
La más reciente fue en Michoacán. Pero antes fue Zacatecas, Colima, Quintana Roo y Puebla. Esto sumado al asesinato de cinco periodistas en distintos puntos del país. El “foco rojo” parece ir de un sitio a otro y, ante ello, la pregunta sigue en el aire: ¿cómo y cuándo se va a pacificar a México?
El despliegue de la Guardia Nacional no es suficiente
Ante los hechos violentos, la respuesta del gobierno ha sido el envío de la Guardia Nacional (GN) a las zonas “calientes” del país. Sin embargo, Miguel Garza Flores, director del Instituto para la Seguridad y la Democracia (INSYDE), advierte que este despliegue es incierto debido a que los agentes no suplen, en los hechos, las funciones de las policías locales.
En entrevista, el especialista en temas de seguridad pública considera que el efecto disuasivo de la presencia de las fuerzas federales se diluye en el corto tiempo, por lo que la criminalidad no registra una reducción importante.
“El despliegue de la Guardia Nacional nosotros lo seguimos viendo con preocupación y la verdad también por momentos con desconcierto, no sabemos exactamente cuál es el plan para la Guardia Nacional”, comenta.
“La disuasión que hace la policía o la patrulla se llama prevención situacional del delito, la evidencia escrita es que dura poco: por ejemplo, la patrulla de la Guardia llega en enero, la anuncian, y al mes y medio el efecto disuasivo que tenía se empieza a reducir considerablemente, se empieza a operar la criminalidad casi igual”, señala el investigador.
Para Garza Flores, egresado de la maestría en "Políticas de Seguridad Pública” de la Universidad Autónoma Metropolitana, esta estrategia federal debería ir acompañada de un elemento fundamental: el fortalecimiento de las policías estatales y municipales.
“Hay un plan de retiro. Decir: se van a desplegar, pero en seis meses se va a mejorar la policía y se va a ir la Guardia, entonces sería una estrategia más adecuada, incluso con una presión más fuerte del gobierno federal a las policías locales para que se mejoren, esa estrategia más efectiva, y quizá con incentivos, para que el que mejore lo apoyamos también económicamente”, explica.
La debilidad de las policías locales
Frente a la ola de violencia en el país, las policías estatales y municipales parecen ser el “eslabón más débil”. Por ejemplo, en el caso del ataque en un funeral en San José de Gracia, Michoacán, el cual habría dejado más de 10 muertos, los agentes municipales argumentaron que se replegaron por “seguridad” al verse rebasados en número y fuerza ante dos grupos armados.
No obstante, el especialista Miguel Garza advierte que más allá de la “capacidad de fuego”, lo que hace falta en las policías es una profesionalización, es decir, invertir recursos en desarrollar habilidades técnicas para:
- Investigación criminal
- Diagnóstico de la dinámica criminal
- Manejo de la información
- Evaluación de las operaciones policiales
“Eso es a lo que le invierte poquito la policía. Da pena decir eso pero el crimen organizado sí está invirtiendo en eso, en sus sistemas de comunicación, en especialistas que les ayudan a hacer lavado de dinero, gente que estudió y que le sabe a las finanzas, a los sistemas tecnológicos de sus operaciones", detalla.
"Igual para intervenir teléfonos, manejar drones, elaborar explosivos, y eso ellos están contratando gente capacitada, no están improvisando", agrega.
Y entonces, ¿qué hacer ante la violencia en México?
Además de fortalecer a las policías, Miguel Garza, director del Instituto para la Seguridad y la Democracia, ve un reto grande en materia de justicia. Para enfrentar la violencia en el país, dice, es necesario reducir la impunidad y aumentar la probabilidad de ser sancionado si cometes un delito.
"Eso es lo que tiene que cambiar, que la posibilidad de ser sancionado y sentenciado aumente. Es la mejor disuasión que hay", menciona.
"Aunque al rato la Guardia tenga 200 mil guardias, no va a haber guardias suficientes mientras las personas tengan la seguridad de que el sistema no lo va a captar y que no se va a sentenciar, sigue delinquiendo", concluye.