Cuando recordamos la época de la Revolución Mexicana pensamos en hombres de fuerte carácter, charros sombrerudos y bigotones, y por supuesto amantes de las bebidas embriagantes como el tequila o el pulque; sin embargo, aunque te suene un tanto irreal hay un personaje histórico que prefería las malteadas en lugar del alcohol.
¿No sabes quién es? Seguro conoces a un tal José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco Villa, sí, al militar mexicano no le gustaba ingerir alcohol, incluso lo odiaba, pero había una bebida que era su favorita.
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Lo que en realidad le gustaba al ‘Centauro del Norte’ era nada más y nada menos que el licuado de fresa, mismo que lo hacía completamente feliz.
Como lo mencionamos anteriormente Don Pancho Villa era enemigo número uno de los embriagantes, lo cual, lo demostró cuando fue gobernador de Chihuahua, pues en esa época mandó a cerrar 50 establecimientos que vendían bebidas alcohólicas.
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En su lugar construyó 50 escuelas, pues le tenía un gran cariño y respeto a la educación, debido a que él no tuvo la oportunidad de estudiar cuando era niño.
Lo anterior rompe con los estereotipos e ideas que la mayoría teníamos respecto a los personajes revolucionarios, pues en lugar de que el Centauro del Norte fuera visto de cantina en cantina, en realidad, solía pasearse por las fuentes de sodas en busca de una malteada de fresa.
Cabe señalar que esta imagen no sólo la tenemos nosotros, pues en aquellos años Estados Unidos sostuvo las primeras discusiones para implementar la Ley Seca a fin de reformar moralmente la sociedad.
Y es que la idea de que el alcohol era un factor determinante en los problemas sociales era un pensamiento recurrente entre los caudillos de la Revolución Mexicana; sin embargo, como lo hemos descubierto Francisco Villa no entra en este estereotipo, por lo que cada acción que realizó el héroe mexicano siempre lo hizo en pleno uso de sus facultades mentales.