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2 años de COVID-19 en México: Ellos libraron el coronavirus al frente de la batalla

Un médico que comenzó a dar consultas poco antes de la pandemia y una operadora de ambulancia contaron cómo han vivido los primeros 2 años del COVID-19 en México sin contraer la enfermedad.

La pandemia de COVID-19 ha dejado historias que marcaron a personal de salud y personas que laboran en ambulancias.Créditos: Sandra Ríos / Grupo Fórmula
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Para Luis Flores y Laura Domínguez, médico y paramédica respectivamente, la palabra COVID-19 no pasó por sus planes cuando eligieron sus profesiones; aun así, siguen al frente de la lucha contra la pandemia en México a dos años del primer caso detectado en el país.

Cada uno pasó por historias distintas: desde ponerse por horas los trajes y equipos especiales de protección para prevenir infecciones, hasta ver historias de pacientes que les causaron un impacto.

Coincidieron en algo: ninguno dijo sentir miedo cuando tuvieron que enfrentarse a la enfermedad a través de otras personas. A ello se suma otro punto de coincidencia: a pesar de estar al frente de la batalla contra la enfermedad, ninguno de los dos se ha contagiado hasta ahora. 

Vida profesional en pandemia

Luis terminó sus estudios como médico cirujano en 2019 e inició su servicio social en un centro de salud del municipio Nicolás Romero, en el Estado de México.

Cuando la pandemia llegó a México, era quien más experiencia tenía; así que fue el encargado del área de COVID-19.

“Había 2 médicos, los dos éramos pasantes. Yo entré 6 meses antes que mi compañera”.

Recordó que en ese centro le entregaron overoles especiales, caretas, cubrebocas, guantes, botas quirúrgicas, gorros y goggles, pero que, conforme avanzaron los estudios, se dieron cuenta de que no siempre tienen que usar todo, a excepción del cubrebocas.

En su casa le decían que se cuidara y que siempre pidiera equipo de protección.

“Cada vez que llegaba me rociaban con sanitizante, me decían que me metiera a bañar, me quitaba la ropa”, comentó sobre sus inicios en la pandemia.

Sin embargo, aseguró que no le dio miedo enfrentarse a una enfermedad desconocida ya que además, le permitió aprender.

Luis también dio consultas en un consultorio anexo de una farmacia; ahí es donde se enfrentó al momento que definió como de “shock”: un hombre de 65 años llegó con dolor de pecho y dificultad respiratoria; él le pidió ir inmediatamente al área de urgencias de un hospital.

Pero al salir, el hombre se desmayó en la sala de espera; Luis lo revisó rápidamente e intentó reanimarlo, pero ya no tenía signos vitales. “En la formación en hospitales me tocó ver gente morir; pero en ese momento yo era el médico que lo vio”.

También ha estado en clínicas particulares e institucionales del gobierno del Estado de México; y a pesar de que en esta última entró en el verano del 2021, cuando se presentó la tercera ola de contagios de COVID-19 por la variante Delta; reconoció que en enero de 2022, con la presencia de Ómicron, fue cuando tuvieron más pacientes.

En un día puede recibir a aproximadamente 20 pacientes durante una jornada de 6 horas, pero en enero esa cifra era del triple de personas, recibió a más de 60 personas por día. “Yo ni siquiera podía salirme del área de COVID-19 para atender mi consulta general, no daba tiempo”.

En México suman más de 280 mil 100 contagios de coronavirus en personal de salud, de acuerdo con las últimas cifras oficiales de octubre del 2021. Luis, durante estos dos años, no forma parte de esas cifras; dijo que se ha enfermado de las vías respiratorias en 4 ocasiones, pero se ha hecho pruebas PCR y de antígeno sin que hayan dado positivo al momento.

La atención en las ambulancias por pacientes con COVID-19

De marzo del 2020 a enero de 2022 la Cruz Roja ha atendido a más de 89 mil 200 pacientes con sintomatología COVID-19 en sus ambulancias con las que hacen traslado a hospitales especializados a nivel nacional. Laura Domínguez es una de las personas que ha logrado esto, actualmente es paramédica y operadora de ambulancias.

Tiene 38 años de trabajo ahí, y aunque ha enfrentado situaciones como los sismos de 1985 y del 2017, aseguró que no es parecido al COVID-19. “Lo rebasó tanto en el trabajo como emocionalmente. Los terremotos, por ejemplo, fueron en un tiempo, aquí llevamos dos años”, señaló.

En las ambulancias también tuvieron que equiparse para atender la pandemia por COVID-19. Foto: Cortesía de Cruz Roja

La mayor parte de su trabajo en pandemia ha sido principalmente en el turno nocturno, tanto en la atención de personas en general como en una unidad especializada para el COVID-19.

Relató que al principio, la gente llegó a sentir temor por medidas que se tomaron para prevenir contagios, como la cápsula de plástico que usaban para trasladar pacientes a hospitales; pues hubo casos en que a las personas les daba miedo o sentían claustrofobia cuando estaban dentro.

Comentó además que durante el primer año de la pandemia, le tocó enfrentar la saturación de hospitales; incluso, hubo casos en que tuvo que llevar a pacientes fuera de la Ciudad de México para que los atendieran: el Estado de México, Puebla y Pachuca fueron algunos de estos destinos.

En la Ciudad de México también tuvo que ir de hospital en hospital para encontrar espacios o llegaban a un lugar y tenían que esperar para que hubiera una cama disponible; en esas circunstancias, dijo, vio lugares con pasillos y camas llenas, y falta de personal médico porque estaban ocupados.

A ella esto también la angustiaba, porque la persona que llevaba no podía pasar y sus familiares se preocupaban más.

“A veces nos detenían 3, 4 o 5 horas, hasta que hubiera una cama o desafortunadamente, que alguien falleciera para que se ocupara la cama".

Compartió una historia que le impactó de la pandemia: una vez, trasladó a una mujer de una clínica a otra donde su esposo había sido internado previamente por COVID. Ella platicaba que al estar en el mismo lugar quizás tendría posibilidad de volver a ver a su pareja que entró al hospital antes y estaba ilusionada.

Pero en el camino, le llamaron a su hija que la acompañaba en la ambulancia y le dijeron que su papá había fallecido.

“Con esta pandemia mucha gente dejó de ver a sus familiares, dejó de enterrarlos, dejó de verlos y eso marcó a mucha gente, ni velarlos se podía”, reflexionó.

Además de la Cruz Roja, Laura también turna sus actividades con el Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM) de la Ciudad de México, y a pesar de la exposición que ha tenido a la enfermedad, aseguró que tampoco se ha contagiado.

Indicó que las cosas han cambiado hoy en día gracias a las vacunas, pero aún le toca llevar a personas al hospital que rechazaron ponerse el biológico, ya sea por temor, creencias, o desconocimiento.

Laura está consciente que la pandemia por COVID-19 no ha terminado en México, y a pesar de lo vivido en estos dos años y los más de 30 que lleva de trabajo, aseguró que seguirá ayudando a los demás. "Hasta donde mis fuerzas den", finalizó.