Ante el aumento de contagios por la variante Ómicron de COVID-19, otra preocupación ha surgido entre los padres de familia que enfrentan un nueva secuela de esta enfermedad en los niños.
Se trata de la parosmia, un padecimiento que inicia con la pérdida del olfato y al recuperarlo las personas perciben los olores distorsionados, con un mal olor en la mayoría de los casos, lo que les quita el apetito. Por este motivo, los niños podrían estar dejando de comer.
“Hemos observado que, desde la pandemia, más pacientes recuperados de COVID-19 informan ahora de este síntoma”, dijo el doctor Richard Orlandi, médico y profesor de la Universidad de Utah, en un comunicado.
Los especialistas de la universidad precisan que no se ha documentado detalladamente cuál es la relación de la parosmia con el COVID, pues no sería una dificultad como sí lo representan otras secuelas, por ejemplo, “los problemas cardíacos, la depresión y las enfermedades respiratorias”.
Ante esta situación, la Universidad de Anglia Oriental (UEA) en Reino Unido y la organización benéfica Fifth Sense crearon una guía para reconocer este síntoma en los menores de edad.
"En muchos casos, la afección hace que los niños dejen de comer y a muchos les puede resultar difícil comer", aseguró el profesor de rinología y olfatología Carl Philpott de la UEA, aunque destacó que este trastorn oha afectado a unos 250 mil adultos en Reino Unido y en septiembre comenzaron a notar su presencia en niños.
El especialista precisó que algunos pacientes con parosmia han asegurado que “la comida desprende un olor o sabor desagradable como carne podrida o productos químicos”.
“Es algo que hasta ahora no ha sido realmente reconocido por los profesionales médicos, que solo piensan que los niños comen mal sin percatarse del problema subyacente”, comentó Philpott, quien está viendo a pacientes adolescentes con parosmia por primera vez en toda su carrera.
Para detectar este problema, los especialistas británicos han recomendado a los padres escuchar a los niños y hacerles caso cuando se quejan, así como hacer una lista de productos que provocan olores desagradables y saben mal y los que no conllevan reacciones negativas.
Philpott recomienda dar a los niños diferentes tipos de comida con sabores menos pronunciados, como la pasta, bananas o queso tierno, para ver lo que pueden comer y lo que les puede gustar, y someterlos al entrenamiento olfativo para recuperar el olfato normal.
Dicha práctica ya se aplica en el caso de los adultos que perdieron el olfato por COVID-19 o sufrieron distorsiones olfativas y consiste en oler al menos cuatro fragancias diferentes, (como el eucalipto, limón, rosa, canela, chocolate, café o lavanda, entre otras) varias veces al día durante varios meses.
De acuerdo con el portal ‘Healthline’ algunos síntomas de la parosmia pueden ser: la detección de un olor fétido persistente, especialmente cuando hay comida a tu alrededor; dificultad para reconocer o notar algunos olores en el entorno y encontrar desagradables los olores que antes disfrutaban.