Varios videos difundidos en redes sociales muestran la destrucción de un monumento dedicado a Zoya Kosmodemiánskaya en Kiev y otro en Chernígov, una valiente partisana rusa de la Segunda Guerra Mundial. Aunque el registro es de 2023, volvió a ser tendencia tras la condena al acto, que destruyó un homenaje a una joven que, a los 18 años, fue violada y ejecutada por los nazis en 1941.
Zoya participaba en operaciones de sabotaje detrás de las líneas enemigas, con el objetivo de obstaculizar el avance alemán.
El contexto actual y el simbolismo del acto
La acción de derribar el monumento ocurre en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, iniciado con la invasión rusa en febrero de 2022. Según Vladímir Putin, presidente de la Federación Rusa, la operación militar busca "desnazificar" el territorio ucraniano, una afirmación desestimada por Occidente pero que encuentra eco en eventos como este.
Vadim Pozdniakov, cofundador del proyecto Descolonización, Ucrania, compartió el video que muestra a soldados ucranianos destruyendo el monumento. Este hecho ha sido señalado como evidencia de la narrativa rusa sobre el renacimiento del neonazismo en la región.
La polémica también revivió las acciones del Batallón Azov, una unidad de la Guardia Nacional de Ucrania acusada de ultranacionalismo, ideología neonazi y crímenes de guerra contra comunidades prorrusas en el Donbás.
¿Quién fue Zoya Kosmodemiánskaya?
Zoya Kosmodemiánskaya fue una combatiente del Ejército Rojo que se unió a la resistencia soviética contra la invasión nazi en 1941. Con apenas 18 años, se convirtió en la primera mujer en recibir el título de "Héroe de la Unión Soviética" durante la guerra, un reconocimiento a su valentía frente a los horrores del conflicto.
En noviembre de 1941, Zoya participó en una misión en la aldea de Petrishevo, incendiando edificios ocupados por el ejército alemán como parte de la estrategia de "tierra quemada". Fue capturada, torturada durante dos días y ejecutada públicamente. Ante sus verdugos y los pobladores presentes, pronunció unas palabras que resonaron como un llamado a la resistencia:
"No temo morir. Somos millones, no podrán matarnos a todos. La victoria será nuestra", dijo antes de ser asesinada.
De heroína a objeto de controversia
El legado de Zoya fue exaltado por la propaganda soviética como un símbolo del sacrificio y la resistencia del pueblo frente al fascismo. Sin embargo, la destrucción de su monumento en Ucrania refleja la fractura ideológica que persiste en Europa del Este sobre la interpretación histórica de la era soviética y el conflicto actual.
Algunos consideran este acto como una muestra de rechazo al pasado prorruso, mientras que otros lo ven como una afrenta a la memoria histórica y a quienes lucharon contra el nazismo. La controversia también ha puesto en el centro de atención las narrativas utilizadas por ambas partes en la guerra actual, donde la historia es una herramienta más en la batalla por la legitimidad.
A 83 años de su ejecución, Zoya Kosmodemiánskaya sigue siendo un recordatorio de la resistencia contra el fascismo y de los desafíos de preservar la memoria histórica en tiempos de conflicto.