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El secreto de EU: niega tener narcos... pero talibanes demuestran lo contrario

Informes sostienen que el tráfico de drogas está respaldado por el gobierno afgano, así como por Estados Unidos y sus aliados en la CIA.

EU esconde un oscuro secreto relacionado con el mundo del narcotráfico Créditos: ESPECIAL
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Desde hace muchos años Estados Unidos mantiene una dura lucha contra el narcotráfico, y aunque la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) ha aceptado la presencia de mafias locales, hasta ahora no se conoce algún capo de la droga que produzca, traslade, distribuya y comercialice sustancias ilícitas en el país y otras partes del mundo.

No obstante, aunque el país norteamericano niega tener narcos, talibanes demuestran lo contrario.

En el país vecino –hasta el momento- no se conocen carteles famosos, como los mexicanos, ni grupos armados que se disputen el cultivo de coca o el poder de ciertas zonas, como sí ocurre en Colombia.

Sin embargo, Estados Unidos no solo es utilizado por las organizaciones criminales para transportar o comercializar estupefacientes por todo su territorio, sino que esconde un ‘oscuro’ secreto desde hace ya varios años.

Cuartoscuro

EU niega tener narcos... pero talibanes demuestran lo contrario

El secreto de EU se encuentra ‘guardado’ en Afganistán, tierra donde el tráfico de drogas está respaldado por el gobierno afgano, así como por Estados Unidos y sus aliados en la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).

Un informe publicado en junio de 2023 por Alcis, una empresa de servicios de información geográfica con sede en Gran Bretaña, señaló que el gobierno talibán consiguió eliminar el cultivo de opio en Afganistán, con lo cual lograba acabar con el ingrediente base necesario para producir heroína.

Pese a los esfuerzos por sofocar la fuente de las drogas ilícitas, la comunidad internacional respondió a dichos logros con críticas, uno de ellos fue el gobierno estadounidense.

Según recopila el periodista Guillermo Van Wagenen en la revista The Cradle, el descontento por eliminar el cultivo de opio, se debe a que la invasión de Estados Unidos y Reino Unido en 2001 a Afganistán fue impulsada en gran parte por el deseo de restaurar el comercio de heroína, mismo que los talibanes consiguieron sucumbir abruptamente apenas un año antes.

De acuerdo con el comunicador, el comercio de heroína proporcionó a los sistemas financieros de las potencias occidentales varios miles de millones de dólares “durante 20 años, Estados Unidos probablemente dirigió un narcoestado en Afganistán”.

No obstante, los orígenes del comercio de heroína afgana, inician en 1979 cuando la CIA se embarcó en dicha nación en un programa encubierto para socavar el gobierno de Afganistán prosoviético en Kabul.

En aquel entonces, Estados Unidos apoyó de manera encubierta a un grupo de guerrilleros musulmanes conocidos como muyahidines, con el objetivo de provocar una insurgencia y así atraer al ejército soviético a intervenir. Esto obligaría a los soviéticos a ocupar Afganistán y participar en una campaña de contrainsurgencia prolongada y costosa, misma que debilitaría a la Unión Soviética con el tiempo.

Para ello, la CIA recurrió a sus aliados cercanos, Arabia Saudita y Pakistán, en busca de ayuda. Después se sumó la Inter-Services Intelligence (ISI) de Pakistán, lo que ayudó a crear campos de entrenamiento para los muyahidines, proporcionándoles asesores, armas y dinero en efectivo.

Según lo expuesto en el libro ‘Ghost Wars’ del periodista Steve Coll, Gulbaddin Hekmatyar fue fundador de la milicia Hizb-i-Islami y uno de los líderes muyahidines más destacados, quien fue el encargado de reclutar a miembros de las redes islamistas trasnacionales como Osama bin Laden y otros voluntarios árabes.

El proceso consistió en el contrabando de goma de opio en bruto a Pakistán, donde era transformado en heroína en laboratorios dirigidos por el ISI, y posteriormente el producto terminado era transportado a través de los aeropuertos, puertos o rutas terrestres desde dicho país.

Tanto fue el éxito de este proceso que para 1984, la heroína afgana abastecía el 60 por ciento del mercado estadounidense y el 80 por ciento del mercado europeo.

Informes de 2001 en manos del diario New York Times apuntan que las caravanas que llevaban armas de la CIA para la ‘resistencia’ a menudo regresaban a Pakistán cargadas de opio. Incluso el gobierno de Estados Unidos recibió durante varios años informes de tráfico de heroína por parte de sus aliados, pero las autoridades siempre se negaron a investigar, según el Washington Post.

Para 1989, los soviéticos se retiraron del país; sin embargo, Afganistán cayó en una guerra, donde las principales facciones respaldadas por la CIA comenzaron a luchar por el control de la nación.

Mientras que los talibanes surgieron con la ayuda de la inteligencia paquistaní para 1996, y posteriormente heredaron el comercio de opio por varios años hasta que en julio de 2000, el líder talibán Mullah Omar descartó la prohibición de cultivo de opio, aunque la producción se redujo un 94 por ciento.

No obstante, una serie de acontecimientos como los ataques del 11 de septiembre de 2001, llevaron a que la CIA y sus aliados reactivaran el tráfico de drogas.

En el 2004, el embajador de Estados Unidos en Afganistán, Zalmay Khalilzad, y el entonces ministro de finanzas afgano, Ashraf Ghani, se resistieron a una propuesta del secretario de Estado Colin Power para luchar contra el tráfico de heroína. En tanto que la administración de George Bush adquirió contratistas privados para la erradicación de la amapola, pero sus esfuerzos fueron calificados como una especie de “broma”.

Mientras que un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Banco Mundial y publicado en 2006 concluyó que el comercio de heroína afgana estaba operando con la asistencia de muchos altos funcionarios del gobierno afgano y bajo la protección del Ministerio del Interior afgano.

Con el tiempo fue surgiendo más evidencia de la participación de la CIA y el gobierno afgano en el comercio de heroína, pero la prensa occidental se centró en culpar a los talibanes por usar las ganancias de las drogas para financiar su insurgencia contra las fuerzas extranjeras.

Informes revelados en 2010 señalan que cerca del Camp Bastion, el cual era operado conjuntamente por el Reino Unido y los Estados Unidos, se encontraba un centro de cultivo de amapola, mismo que continuó con las exportaciones de opio a pesar de la retirada de ambas tropas en 2014.

Después de la retirada caótica de las fuerzas estadounidenses de Afganistán en agosto de 2021, los talibanes una vez más lograron eliminar el cultivo de amapola, pero los afganos continuaron con el comercio, cuyas ganancias supuestamente terminan en el extranjero.

La ONU apunta que el sistema financiero occidental absorbió unos 352 mil millones de dólares en ganancias de las drogas, incluso a través de los bancos más grandes de Estados Unidos. Según lo informado por Daily Mail, el banco HSBC enfrentó en 2012 multas de hasta 640 millones de libras esterlinas por permitir que los cárteles de la droga lavaran dinero y por convertirse en un conductor de empresas criminales.

Y aunque los miles de millones de ganancias que fluyen del comercio de heroína afgana hacia los bancos occidentales ha sido eliminado por los talibanes en varias ocasiones, el cultivo de amapola continúa. En tanto que la evidencia histórica apunta que el tráfico de drogas afgano, destaca por el papel dominante del gobierno afgano respaldado por Estados Unidos y sus aliados en la CIA. _Con información de The Cradle