Los médicos dijeron este jueves que estaban preocupados por la salud de la Reina Isabel II del Reino Unido, de 96 años, y dijeron que debería permanecer bajo supervisión médica. ¿Cómo sería la vida sin la monarca?
Aunque la Reina Isabel II es la jefa de estado y comandante en jefe de las fuerzas armadas británicas, lo cierto es que sus actividades se limitan a representar la identidad nacional, unidad y el orgullo británico.
Como parte de sus tareas, la reina más longeva de la monarquía británica inaugura las sesiones del Parlamento británico y su sello es indispensable en cada una de las nuevas leyes que se aprueben, pero no tiene la capacidad de proponer ni pasar nuevas legislaciones.
Debe permanecer neutral ante cualquier asunto político y no debe externar su opinión públicamente sobre el estado de la política en el Reino Unido o exterior, y aunque es comandante en jefe de las fuerzas armadas no puede ordenar ataques directos sin antes pasar por el Parlamento y el Primer Ministro.
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Lo que si puede hacer la Reina Isabel II es tener reuniones semanales con el Primer Ministro en turno para saber el estado de su pueblo, aparecer en todos los billetes, monedas y sellos postales del Reino Unido; y tiene la capacidad de nombrar a los arzobispos, obispos y párrocos de la iglesia anglicana.
Sin embargo, su principal tarea es dar una sensación de estabilidad y continuidad; reconocer el éxito y la excelencia y apoyar la idea del voluntariado.
Lo anterior le da una capacidad de reconocer con títulos honorarios a ciudadanos británicos sobresalientes, como sir Elton John, y se encarga de recibir a otros jefes de Estado, hacer viajes diplomáticos y organizar eventos en nombre de la corona británica.
Si ella muriera, el príncipe Carlos sucedería automáticamente como nuestro jefe de estado.
Si Gran Bretaña se quedará sin monarcas, alguien más tendría que ocuparse de la caridad, aparecer en los billetes y la iglesia se encargaría de tomar sus propias decisiones.
Además, probablemente más de un ciudadano británico lo celebraría, pues en los últimos años ha crecido el reclamo de los gastos excesivos de la corona que deben salir de los bolsillos del pueblo al que representa.