Mijail Gorbachov, quien fuera el último líder de la extinta Unión Soviética, falleció este martes a la edad de 91 años. Uno de sus mayores legados fue impulsar dos reformas estructurales en la nación euroasiática: la Glasnost y la Perestroika, esta última es considerada como fundamental para la caída de la URSS, a continuación te decimos por qué.
El 11 de marzo de 1985, Mijail Gorbachov fue designado como secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Desde el inicio de su gestión, el político se enfrentó a tres problemas: una economía estancada, las complicaciones de la guerra en Afganistán y, posteriormente, el desastre nuclear de Chernóbil.
¿Qué fue la Perestroika?
La economía de la Unión Soviética arribó a la década de los 80 casi desgastada: la carrera armamentística contra los Estados Unidos y la guerra en Afganistán, que había iniciado desde 1979, la llevaron a desacelerar. Esta dependía por completo de la planeación estatal y funcionaba a través de los famosos planes quinquenales (cinco años).
En este ambiente, Mijail Gorbachov impulsó la Perestroika, un conjunto de reformas estructurales para abrir y modernizar la economía de la Unión Soviética. Uno de los primeros cambios fue que los soviéticos pudieron poner cooperativas, lo que propició una mayor independencia comercial y autogestión financiera, lo que sería el origen del libre mercado de los años 90.
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La Perestroika también permitió el regreso de la iniciativa privada, por lo que se abrieron tiendas y restaurantes, como lo fue el icónico primer McDonald's de Moscú. Esta medida también propició una reestructuración de todas las empresas públicas, que se encontraban bajo el poder estatal y que dependían del partido para la asignación de recursos.
¿Por qué la Prestroika propició el final de la Unión Soviética?
Durante la administración de Gorbachov, la Perestroika estuvo acompañada de la Glasnost, una reforma para otorgar mayores libertades a los ciudadanos y transparentar el gobierno. La idea original del último líder soviético era abandonar el modelo centralizado y optar por una economía abierta pero con regulaciones estatales, similar al Estado de Bienestar de los países nórdicos (Suecia, Noruega, etc.).
Una mayor libertad financiera y política hizo que los ciudadanos de la Unión Soviética exigieran cambios, debido a que habían pasado años bajo el férreo control y la censura del partido único. Mijail Gorbachov acompañó tales reclamos y en 1989 introdujo un sistema de elecciones libres.
El ala más conservadora del Partido Comunista trató de dar un golpe de Estado en agosto de 1991 y así deponer a Gorbachov, quien un año antes recibió el Premio Nobel de la Paz. El desmoronamiento del llamado bloque del Este -que incluyó a Alemania Oriental y Polonia-, el retorno de las elecciones libres, la libertad económica y la independencia de las repúblicas soviéticas -como Ucrania o Uzbekistán- llevaron al colapso de la URSS en diciembre de 1991.