A dos semanas de la invasión del ejército de Rusia a Ucrania, el conflicto entre estas dos naciones parece no tener un final cercano y las posibilidades de que el presidente Vladímir Putin utilice armas con mayor portencia y capacidad de destrucción han encendido las alertas de diversos países y organismos internacionales.
Bombas de racimo
Desde el inicio del conflicto, la organización Human Right Watch (HRW), alertó sobre la posibilidad de que Rusia estuviera empleando bombas de racimo y bombas termobáricas en su ofensiva contra Ucrania; estas últimas usan el oxígeno del aire para crear una fuerte explosión y una onda de choque mortal para las personas que se encuentren en el radio del estallido.
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Esta información fue respaldada ayer por la Oficina de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que aseguró haber recibido "información creíble" de que Rusia ha usado varias veces bombas de racimo, durante las dos semanas desde el inicio del ataque.
De acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja, las bombas de racimo son armas que se abren en el aire, soltando submuniciones que se dispersan en un área amplia, con el objetivo de destruir múltiples blancos a la vez. Pueden ser arrojadas por aviones, artillería y misiles.
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Muchas se quedan sin detonar y se convierten en explosivos remanentes que pueden herir o matar a alguien incluso décadas después, así como impedir el uso de tierras cultivables.
Bombas termobáricas
El gobierno de Estados Unidos también acuso al gobierno ruso de atacar a los ucranianos con bombas termobáricas, prohibidas por la Convención de Ginebra.
De acuerdo con la agencia británica Reuters, esta bomba absorbe oxígeno del aire que circulara para generar una “explosión de alta temperatura, que normalmente produce una onda expansiva de duración significativamente mayor que la de un explosivo convencional” y que es capaz de afectar seriamente los cuerpos.
EFE explica que la bomba se compone de dos cargas explosivas con funciones diferentes. La primera genera una nube de combustible por la atmósfera que se mezcla con el oxígeno del aire. Mientras que la segunda detona el combustible.
La explosión de alta temperatura produce una especie de vacío cuando la combustión consume el oxígeno y genera una onda expansiva de alta presión y temperatura que mata a las personas por medio de asfixia o la incineración.
'Bomba del Zar'
A pesar de que el alcance destructivo de las dos bombas anteriores es motivo de preocupación para el mundo, las alertas se encienden al recordar que Rusia posee dentro de su arsenal con una de las armas más poderosas, la llamada 'Bomba del Zar'.
Este artefacto cuenta con la capacidad para destruir ciudades del radio de Nueva York o Tokio. En Kiev, Ucrania, habitan por lo menos 3.5 millones de personas (incluyendo su zona metropolitana).
Su antecesora fue detonada en octubre de 1961 y fue considerada la mayor bomba de hidrógeno jamás construida con la fuerza de 50 millones de toneladas de explosivos convencionales.
La Unión Soviética la hizo explotar a 4 mil metros sobre el remoto archipiélago Novaya Zemlya, en el Círculo Ártico, y se cree que era 3 mil 300 veces más poderosa que la que devastó Hiroshima.
Además, Rusia suma en total 6 mil 255 cabezas nucleares: mil 625 cabezas nucleares desplegadas, 2 mil 870 almacenadas y otras mil 760 de carácter estratégico, de acuerdo con el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI).