VladImir Putin está en aprietos: el otrora líder invencible de Rusia entró en una guerra que se le está complicando y las sanciones económicas están haciendo estragos en su país. Lo peor de todo: los oligarcas y aliados del presidente no están contentos con la campaña militar.
Las imágenes en la nación de los antiguos zares son dramáticas: los estantes están vacíos, hay desabasto y los precios de los productos se están disparando. De acuerdo con el sitio especializado The Conversation, la caída histórica del rublo está haciendo subir el precio de las importaciones, que representan más de la mitad de la canasta de consumo rusa, la cual ya estaba lastimada por la inflación desde antes de la invasión a Ucrania.
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Lo peor para Putin es que, lo que ensaba que iba a ser una incursión rápida y con un gran apoyo social, está siendo una operación militar complicada y que puede terminar en una catástrofe peor que la de Estados Unidos en Vietnam. Pese a que Rusia cuenta con el segundo ejército más poderoso del mundo y posee el mayor armamento nuclear del planeta, no puede usar toda esa fuerza, pues no sólo dejaría destrozado el territorio ucraniano, sino que orillaría a una respuesta de la OTAN más severa, así como la condena mundial y la condena al interior de su país, además de que arriesgaría la hegemonía de su nación.
Los mismos rusos no están de acuerdo con la invasión: ha habido protestas masivas en Moscú y San Petersburgo, las cuales han causado detención de personas. El boicot y las sanciones económicas, además, están afectando los bolsillos de los principales aliados del líder ruso: los poderosos oligarcas, como Román Abramóvich, magnate con una fortuna de 13.6 miles de millones de dólares, el cual ha tenido que separarse de su club de futbol, el Chelsea, y actualmente está impulsando el cese al fuego en las negociaciones de su país con Ucrania.
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Míjail Fridman, uno de los oligarcas rusos más importantes, que posee el 76 por ciento de la cadena de supermercados DIA, presente en España y Latinoamérica, reclamó este lunes, en una carta, que "pare el derramamiento de sangre" en Ucrania. Los oligarcas no están contentos con las pérdidas económicas que los están sacudiendo.
Por si fuera poco, China, la mayor potencia militar y económica que podría ofrecerle su respaldo, ha rechazado la invasión en Ucrania y, de hecho, este miércoles informó que apoyará a este último país a que se logre un acuerdo de paz.
¿Cómo ha afectado la guerra a los oligarcas?
La suspensión de operaciones de empresas globales en Rusia, así como las sanciones económicas, el congelamiento de cuentas y otras medidas impuestas por Occidente, están teniendo un "efecto devastador" en la nación europea, en propias palabras del presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
El dueño de los supermercados Dia, Mikhail Fridman, y el director ejecutivo de Rosneft, uno de los mayores productores de crudo, Igor Sechin, figuran en la lista de veintiséis oligarcas, empresarios, militares y periodistas sancionados por la Unión Europea por el ataque de Rusia a Ucrania.
Encabezan la lista Sechin, director ejecutivo de Rosneft, empresa petrolera estatal rusa; seguido de Nikolay Tokarev, director ejecutivo de Transneft, importante empresa de petróleo y gas de Rusia; y por Alisher Usmanov, "uno de los oligarcas preferidos" y supuesto "testaferro" de Putin, a quien le "ha resuelto sus problemas empresariales", se lee en el Diario Oficial de la Unión Europea.
La lista continúa con Petr Aven, otro de los oligarcas "más cercanos" a Putin y "uno de los aproximadamente cincuenta ricos que se reúnen regularmente" con él; al igual que Mikhail Fridman, "conocido como uno de los principales financieros de Rusia y facilitador del círculo más próximo" del presidente ruso.
En un texto dirigido a sus trabajadores, Fridman pidió el fin del "derramamiento de sangre" en Ucrania, invadida por Rusia. En la carta, facilitada a EFE, asegura que no hace "declaraciones políticas", pues es un "hombre de negocios con miles de empleados en Rusia y Ucrania".
Destaca estar convencido de que la guerra "nunca puede ser una respuesta" y que la crisis dañará a dos naciones "hermanas durante años".
El multimillonario ve la solución a la guerra "aterradoramente lejana" y afirma unirse a "a aquellos cuyo ferviente deseo es que termine el derramamiento de sangre.
En tanto, Roman Abramovich, a quien Ucrania ha pedido que medie en las negociaciones de paz después de dejar el Chelsea, y su compatriota Dmitri Rybolovlev, dueño del Mónaco, son parte de los nombres rusos salpicados por la guerra, como la firma Gazprom, que ya no será patrocinador de clubes como el Schalke 04 alemán.
Occidente apuesta a que los oligarcas rusos se le "volteen" a Vladimir Putin.
Rusia intensifica guerra tras complicarse operación militar
El ejército ruso comenzó este martes a bombardear la capital de Ucrania, Kiev, cuya torre de televisión fue alcanzada por un misil, aunque la peor parte se la llevó la segunda ciudad de esta nación, Járkov, donde la artillería rusa golpeó la plaza más grande del país.
Aunque inicialmente la operación militar rusa buscaba ser rápida, la resistencia ucraniana está poniendo en apuros a las Fuerzas Armadas de Vladimir Putin.
"Nadie puede venir a nuestra tierra y decirnos que no es nuestra casa. Kiev es nuestra casa", comentó hoy a EFE Ruslán Stefanchuk, el presidente de la Rada Suprema, durante una entrevista concedida en el refugio antiaéreo del Parlamento.
El ataque sobre Kiev, bombardeo del que avisó con antelación el Ministerio de Defensa ruso, tuvo lugar después de que sonara la alarma por la publicación de imágenes de un gigantesco convoy con carros de combate rusos aproximándose peligrosamente a la ciudad.
Frank Ledwidge, especialista de la Universidad de Portsmouth escribió en The Conversation que las tropas rusas, aunque mejor equipadas, no tienen la experiencia de los soldados ucranianos, además de que no están pudiendo mantener los territorios ocupados y tienen problemas en las cadenas de suministros.
"Las elogiadas fuerzas armadas rusas ya han desplegado una gran proporción de sus tropas terrestres y tienen una capacidad muy limitada para ocupar terreno disputado por los insurgentes o, lo que es más importante, para mantener operaciones más allá de la primera fase de 'robo' de la guerra", expuso.
"Lo último que quiere Putin es una guerra prolongada, con sangrientos combates urbanos y ecos de Chechenia, que es lo que probablemente le darán las fuerzas ucranianas". Sin embargo, el líder ruso está en problemas. Con información de EFE, Reuters y The Conversation.