Abu Ibrahim Al-Hashimi Al-Qurayshi, fue el líder del ISIS (Islamic State of Iraq and Syria) y murió este jueves tras hacerse explotar, con una bomba que cargaba consigo, para no ser capturado durante una incursión de los comandos de fuerzas especiales de Estados Unidos en Siria, así lo informó el presidente norteamericano, Joe Biden.
Su verdadero nombre era Mohamed Said Abderamán al Mawla, y nació hace poco más de 45 años cerca de Mosul, al norte de Irak, sin embargo, fue rebautizado por el Estado Islámico para poder contar con apellidos califales ligados al linaje de Mahoma y la estirpe tribal del profeta.
Te podría interesar
Fue criado en el seno de la familia de un clérigo musulmán en una región con mayoría de población turcomana, es decir; con minoría de origen turco, ese hecho, aparentemente, le restó legitimidad entre el yihadismo, pues consideraban que tenía falta de pureza de sangre árabe.
Tras concluir sus estudios de teología y jurisprudencia del islam en la Universidad de Mosul y después de servir en el Ejército de Sadam Husein, en la invasión estadounidense de 2003, se sumó a Al Qaeda en la insurgencia suní.
Te podría interesar
Posteriormente, siguió los pasos hacia la creación del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) dados por su mentor Al Bagdadi, con quien coincidió en prisión al ser detenido por las fuerzas de EU en 2008.
Al Quraishi fue liberado al año siguiente, desde entonces ha seguido combatiendo bajo la bandera del yihadismo, casi siempre desde la oscuridad. Huyó a Siria en 2017, cuando el Estado Islámico comenzó a derrumbarse con la caída de Mosul, capital iraquí del califato.
Su designación como máximo líder del ISIS se produjo en octubre de 2019, pocos días después de la muerte de Abubaker al Bagdadi, quien fuera fundador del grupo y proclamara la organización como Estado independiente, ante las camaras de televisión califa del Estado Islámico.
Así fue como ISIS elevó a Al Quraishi a la cabeza del grupo, el teólogo islámico sin formación militar, llegó al nivel de “emir de los creyentes y califa de los yihadistas”.
Abu Ibrahim al-Hashimi se había visto forzado a vivir en la sombra, en un liderazgo sin visibilidad para eludir, hasta ahora, el punto de mira de los servicios de espionaje occidentales. Permaneció prácticamente invisible hasta su muerte, ocurrida en la operación de fuerzas especiales estadounidenses.
También era considerado como quien ideó el intento de genocidio del Estado Islámico a la minoría yazidí en el norte iraquí y el cerebro de operaciones de terrorismo global del ISIS. Washington ofrecía una recompensa de 10 millones de dólares por su cabeza.
Además, Al-Quraishi justificó con creencias religiosas la brutalidad con la que se maneja el ISIS, y según información de El País, era apodado como “el destructor”.
Con información de El País.