El mexicano Omar Aviña, profesor de idiomas, llegó a Ucrania con la esperanza de reencontrarse con su novia. Había hecho un tour por Europa y la parada de un mes y medio en ese país sellaría con frenesí su travesía.
Pero, una semana antes del regreso que tenía programado a México, estalló el conflicto entre Rusia y Ucrania después de años de tensión y amagos. Todo inició con el anuncio del presidente Vladimir Putin sobre una operación militar especial en territorio ucraniano.
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Omar no podía creer lo que transmitían las noticias y tampoco se le cruzaba por la mente que acabaría por refugiarse en el Metro de Kiev a causa de la incursión de las tropas rusas en la capital de Ucrania.
“Si las noticias son muy alarmantes estando lejos, ahora imagínate estando en fuego cruzado”, comenta con la mirada inquieta.
Cuando se encontraba en el departamento junto a su novia, escuchaba con terror las detonaciones, todo a su alrededor vibraba. Sentía que no podía vivir con el nerviosismo que cada vez se apoderaba más de él. Incluso, el sonido de las bombas penetraba su alma y no lograba conciliar el sueño.
Al abrir los ojos, el mundo que conocía había transmutado. Con tristeza, avistaba la destrucción de los edificios. "¿Cómo voy a estar seguro en un departamento?", pensaba. Por ello, tomó la decisión de empacar.
Cobijas, comida y maletas, que no hiciera falta nada para escapar de la calamidad. Debían de estar listos para reaccionaren en cuanto la embajada de México les notificara que ya tenía un transporte para ellos.
Mientras Omar caminaba de prisa hacia el Metro de Kiev, se dio cuenta de que los civiles estaban armados en las esquinas, ya que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, aplicó la Ley marcial en el país con el objetivo de garantizar la seguridad de Ucrania, su defensa, asegurar la seguridad pública y los intereses del Estado.
Al profesor, le tocó presenciar la separación de familias, pues la movilización militar general del país conlleva prohibir la salida de todos los hombres de nacionalidad ucraniana de entre 18 y 60 años. Omar se encontró en la estación con un ecuatoriano y su novia, ella iba hacia el tren porque está permitido que las mujeres y niños huyan en tren. El hombre tendría que ir en autobús. Sin embargo, no tenía forma de llegar a la estación.
Omar se turbó ante el llamando de Ucrania para que sus ciudadanos funjan como un escudo humano:
“Eso sí me asustó porque, en realidad, sí es poner enfrente toda la vida humana y no sabemos hasta dónde puedan alcanzar las decisiones de los que ataquen o defiendan”.
Desolado, sentado en el piso del Metro, cuidando lo que alcanzó a guardar para comer, pues solo cuenta con recursos propios, Omar agradece que hay un baño y "bendito Dios" que hay luz e internet. Aguarda con ansias el aviso de la embajada mexicana para abandonar la fatalidad.
“Me gustaría dar un mensaje a todos, ahorita no es decir ‘Ponte a la derecha o a la izquierda’, ahorita es apoyar la vida, de salvar vidas, de estar del lado de la vida. No podemos estar en un discurso de odio o estar en la derecha o la izquierda, en realidad son vidas que se están perdiendo en este tipo de acontecimientos y es donde nadie gana”, concluyó el mexicano en Ucrania tras la invasión de Rusia.