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TRADICIONES

Cruces de flor de pericón ¿Por qué se usa para ahuyentar al diablo en Cuernavaca?

Una de las tradiciones más vistosas de Cuernavaca es colocar cruces de flor de pericón el día de San Miguel Arcángel, ya que según se cree aleja al diablo.

El 29 de septiembre los habitantes de Cuernavaca colocan cruces de flor de pericón con la creencia de ahuyentar al diablo que vaga libremente este día.Créditos: visitmorelos.com / Diabo Não Fala Comigo, Flex Produções
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Cada 29 de septiembre, el Día de San Miguel Arcángel, es tradición que los habitantes de Cuernavaca coloquen una “cruz de flor de pericón” en las puertas y ventanas de las casas, incluso es posible verlas en las parrillas de automóviles y unidades del transporte público. Esto con la creencia de que se ahuyenta al diablo.

La historia de la cruz de flor de pericón

El poblado de Cuauhnáhuac, hoy Cuernavaca, fue fundado por el grupo étnico denominado Tlahuicas, en tiempos prehispánicos. Los tlahuicas pertenecían al grupo de comunidades que tienen como lengua en común al náhuatl y que comparten varias tradiciones que han perdurado hasta el día de hoy.

Para los indígenas, las flores son una representación y vínculo con sus dioses. La tradición de honrar a los muertos es parte fundamental de su cultura, que hoy podemos apreciar en el Día de Muertos.

Las flores son esenciales para honrar a los muertos y también para ahuyentar a los espíritus malignos. En el área de Cuauhnáhuac se utilizaba las flores de cempasúchil y las de pericón.

Cuando llegaron los primeros misioneros católicos se sorprendieron que algunos grupos indígenas utilizaban una cruz de pericón para ahuyentar al mal. Los misioneros creyeron que esta práctica coincidía con sus creencias religiosas, por eso no la atacaron ni lo prohibieron.

Los indígenas hacían un atado en forma de cruz de la Yauhtli, que significa “niebla obscura”, hoy conocida como flor de pericón. Para ellos representaba un amuleto para ahuyentar a los malos espíritus, ya que representaban los cuatro puntos cardinales, una forma de invocar a sus dioses.

Los españoles trajeron consigo la creencia de que el Arcángel Miguel es el encargado de combatir y vencer al diablo, pero el “día de su santo”, el 29 de septiembre, pues descansa y el diablo puede vagar libremente por el mundo, para llevarse las almas de aquellos que no guardan debidamente este día.

Arcángel Miguel en la Basílica de la Merced en Barcelona.
Crédito: Wikipedia, User: Zarateman

Así pues, se da el sincretismo entre la tradición indígena de usar el amuleto para ahuyentar al mal y la creencia cristiana de alejar al diablo, mediante cruces de flor de pericón.

La Leyenda del Callejón del Diablo

Una de las leyendas tradicionales de Cuernavaca es la del Callejón del Diablo y según los cronistas data de los años 30’s o 40’s.

Este callejón comunica las calles de Madero esquina con Pericón (si, así se llama una de las principales calles de Cuernavaca) con Av. Morelos y es un pequeño puente antiguo que cruza la barranca de Amanalco.

Callejón del Diablo en la colonia Miraval de Cuernavaca 
Crédito: Instituto Morelense de Radio y Televisión.

Cuenta la leyenda que un 29 de septiembre, la gente del “pueblo de Cuernavaca” se dirigía al pueblo de San Miguel Acapantzingo, en donde se celebraban los oficios religiosos y la feria patronal.

Una pareja de jóvenes, en vez de dirigirse hacia la feria buscaron alejarse del bullicio y buscar un lugar tranquilo donde materializar su amor. Caminaron hacia el norte y se dirigieron hacia la calle de Madero, que en ese entonces era solo un camino bordeado por árboles.

Decidieron que un terreno baldío, ubicado en actual Callejón del Diablo, era el lugar ideal para retozar y entre besos y caricias ¡Se les apareció el diablo!

Cuenta la leyenda que el diablo se llevó sus almas y los convirtió en dos árboles que tenían sus ramas entrelazadas. Estos árboles perduraron hasta los años 80’s, a decir de los vecinos del lugar.

Según, desde entonces para desagraviar este hecho diabólico, los habitantes de Cuernavaca hacen cruces de la flor de pericón para ahuyentar al diablo.