Recién pasaron los festejos navideños, pero llega la celebración de año nuevo y con ella los mexicanos siempre buscamos la manera de pasarla bien ya sea con la familia o los amigos.
La fiesta de fin de año es un momento de celebración y cada estado de México tiene sus propias tradiciones o ritos para animar la fiesta y pedir por que el año venidero sea prospero en todo buen sentido. Los brindis, las uvas, la comida son parte de algunas tradiciones; pero hay otra que se ha vuelto muy cuestionada por los efectos a la salud de los seres humanos y también de algunas especies animales. Nos referimos a la pirotecnia.
Si bien el uso de fuegos artificiales resulta atractivo por su color y luminosidad, existen ciertas situaciones que debemos tomar en cuenta antes de pensar en su compra y uso. En diversos estados de México existen leyes que prohíben la venta indiscriminada y por ello en cada época decembrina se realizan operativos para evitar se puedan conseguir en tianguis o comercios para la venta al público en general.
Además del riesgo que significa su manipulación por manos inexpertas, también debemos tomar en cuenta los riesgos para la salud.
De acuerdo con Gerardo Steven Tabares, Coordinador estatal del Programa de Emergencias de Urgencias Epidemiológicas y Desastres de la Secretaría de Salud Jalisco, existen daños que no vemos, pero que están presentes:
“Daños visibles y no visibles, aquellos visibles como quemaduras, amputaciones, que incluso pueden llevar a la muerte de menores. No visibles como la contaminación medioambiental y también la contaminación auditiva, todo representa una amenaza para la salud pública, por ello es importante que se tome conciencia sobre este tipo de afectaciones”.
En diversas ciudades del país donde las bajas temperaturas se hacen presentes, se presenta un efecto que evita la dispersión de contaminantes y estos aumentan al hacer uso de pirotecnia.
“En esta fechas invernales por las bajas temperaturas los contaminantes permanecen por más tiempo en la atmósfera y en aire que respiramos ya que los juegos pirotécnicos contienen mezclas de pólvora con nitratos y sulfatos con elementos como sodio, cobre, estroncio y neutralizantes y aglomerantes que le aportan el color y el grado de explosividad. Todo esto se combina y se mezcla con el ambiente emanando monóxido de carbono, que sumándole a las fogatas, los contaminantes de vehículos, suponen un riesgo a la salud de las personas que tienen ya enfermedades respiratorias crónicas”.
De acuerdo con el especialista, la Organización Mundial de la Salud (OMS) enmarca que el sonido apto para el oído humano es de 65 decibeles, y cuando detona un petardo o un cohete puede alcanzar hasta 10 veces este valor de los niveles recomendados por la OMS. En un antro o centro nocturno, los niveles de ruido alcanzan entre los 90 y los 110 decibeles; en un concierto se registran hasta 120 decibeles. Es decir, el sonido que emite el uso de pirotecnia representa un potencial incremento en la probabilidad de que una persona tenga trauma acústico agudo, puede dañar estructuras diversas del oído interno, del oído medio y puede generar pérdida auditiva permanente.
Además, las personas que viven dentro del trastorno del espectro autista son población altamente susceptible debido a la hipersensibilidad auditiva o hiperacusia lo que significa una molestia mayor lo que derivaría en una crisis de ansiedad y miedo con repercusiones en su salud psicológica y física.
Es por ello que debemos pensar más de una vez si de verdad necesitamos quemar pirotecnia para celebrar el año nuevo, a fin de cuentas es importante procurar no solo nuestro bienestar, sino también en el de nuestros vecinos.