Ya es hora de descansar, finalmente llega ese momento en el que podemos tumbarnos en nuestra cama, cerrar los ojos y desconectarnos por completo como premio al día pesado que tuvimos. ¡Pero hay algo que nos hace falta! ¿Cuál será ese accesorio que se ha vuelto indispensable al dormir? ¡Una almohada!
Y aunque su uso principal es colocarla debajo de nuestra cabeza, no, esa no es la manera en que decidimos darle uso, sino que más bien la colocamos para abrazarla y así logramos conciliar unos dulces sueños.
Quizás es algo a lo que no damos suficiente importancia, ya que es una práctica que nos hace sentir más cómodos al dormir, y en ocasiones la sola idea de no descansar de esa manera nos parece impensable.
¿Duermo mejor abrazando una almohada?
Si encuentras esta posición cómoda, la respuesta es tan simple como decir ¡Claro que sí! Incluso pueden existir ciertos beneficios, los cuales Jack Beds, una tienda de camas, explica:
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- Evita los ronquidos: Se reducen en un 90%.
- Libera la hormona de la oxitocina: También conocida como “la hormona del amor”, ya que los abrazos son considerados medicinales a nivel mental. Esto contribuye a que nos sintamos con mejor ánimo.
- Confort y seguridad: Al dormir en esta postura también conseguimos que nuestro peso se sostenga en la almohada, aumentando así el confort a la hora de dormir.
Pero, ¿por qué siempre busco abrazar mi almohada al dormir?
Uno está tan acostumbrado que en ocasiones no le da mucha importancia, y aunque tenga ciertos beneficios dormir en esta posición, quizás esté diciendo algo más acerca de nosotros de lo que nos imaginamos.
El dormir abrazado a una almohada no solo se trata de la comodidad que esta nos genera, sino que también es lo que Oniria explica como una manifestación de nuestro deseo innato de conexión emocional, la cual puede generar una sensación de calma y tranquilidad.