Pese a no ser transmisibles, las enfermedades cardiovasculares (ECVs) producen una elevada incidencia de muertes en el mundo, revelan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).
La mayor parte de los casos de ECVs se podrían prevenir llevando unos hábitos de vida saludables y controlando determinados factores de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir una ECV, y que en buena medida dependen de comportamientos que las personas pueden cambiar o corregir, según este Instituto.
Está demostrado que las personas con un exceso de grasa visceral, aquella que se acumula en la parte profunda del abdomen, tienen más riesgo de sufrir hipertensión arterial, ateroesclerosis, insuficiencia cardiaca, fibrilación ventricular, ictus, infartos de miocardio o muerte súbita, señala Rubén Bravo, dietista y portavoz del IMEO.
Por ello, “resalta la importancia de llevar una dieta cardiosaludable, aumentar la calidad y cantidad de nuestro descanso, incluir rutinas que ayuden a reducir el estrés y limitar al máximo el consumo de alcohol y tabaco”, advierte.
“El acúmulo de tejido adiposo en la zona interna del abdomen aumenta el riesgo para la salud del corazón, porque se ejerce presión sobre el órgano vital y sus arterias, y por la gran cantidad de sustancias inflamatorias ligadas a efectos que pueden ser perjudiciales generadas por la grasa visceral”, explica Carmen Escalada, nutricionista clínica del Instituto.
¿Cuál es el mejor alimento para el corazón?
Para llevar una alimentación cardiosaludable, que evite al acumulación de grasa en la zona abdominal, o nos permita eliminarla si ya la tenemos, "debemos centrarnos en dos aspectos clave: la calidad y la cantidad de lo que comemos”, señala la experta en nutrición del IMEO.
En este sentido, Escalada recomienda priorizar los alimentos frescos frente a los ultra procesados, priorizando en el menú las verduras y hortalizas, preferiblemente de temporada, debido a su alto poder antioxidante, “pudiendo alternar su ingesta en crudo y cocinadas para aprovechar al máximo sus propiedades”.
También es importante tomar proteínas de calidad como el pollo, pavo, conejo, pescados, mariscos, huevos o legumbres; evitando las carnes muy grasosas como el cordero cerdo, y los embutidos como el chorizo, salchicha o la mortadela.
Según Escalada, se pueden consumir cereales o derivados (arroz, pasta, pan) en su versión integral y tubérculos, “ajustando la cantidad a nuestro grado de actividad física”.
Al mismo tiempo, “se deben reducir el consumo de los lácteos muy grasos, como quesos curados o natas, en especial los postres de leche como yogures azucarados, chocolates, helados, flanes o natillas”.
Asimismo, la experta aconseja evitar el consumo de galletas y otros productos de pastelería y dulces, ricos en azúcares, harinas refinadas, grasas saturadas y ‘trans’, que incrementan el problema del acúmulo graso visceral.
¿Cómo es mejor cocinar para mantener sano el corazón?
Por otra parte, la nutricionista recomienda cocinar con preparaciones que no añadan mucha grasa como la plancha, el vapor, el horno o salteado, y utilizar aceite de oliva extra virgen en lugar de otras grasas más saturadas o de tipo ‘trans’, como las mantequillas o margarinas.
Para mejorar el sabor y atractivo de los platos, “podemos aderezarlos, aromatizarlos o acompañarlos con especias e hierbas, algunas de ellas con propiedades saludables, como cúrcuma, pimienta negra, ajo, cebolla, cilantro o canela”, sugiere.
También aconseja comer en platos que no sean demasiado grandes y adaptar la cantidad de comida que se sirve al gasto calórico de cada persona, ya que “un aporte excesivo de calorías favorece un aumento de las reservas de grasa y, con el tiempo, de grasa abdominal, aunque provenga de alimentos sanos, como el aguacate, el aceite de oliva y los frutos secos”.
Para que la alimentación cardiosaludable sea más sencilla y llevadera, la experta propone hacer comida pequeñas y más frecuentes, con lo que “se evita llegar a las comidas principales con mucha hambre y, por ello, comer en exceso”.
“La bebida de referencia debe ser el agua, evitando los refrescos azucarados y edulcorados, los zumos y las bebidas alcohólicas, o relegándolos a un consumo muy ocasional”, añade a las recomendaciones para una dieta saludable para el corazón.
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