El internet está lleno de historias de la vida real, unas lindas, otras muy macabras y otras muuuy macabras. Hoy te traemos la historia que, claramente no es nuestra, pero seguro a más de una persona le ha pasado. Te lo contamos en primera persona.
Abriendo el negocio de ensueño
Desde hace tres años logré abrir el negocio de mis sueños, desde chiquita me gustaban las flores, los arreglos florales, decía "quiero un trabajo donde tenga que estar rodeada de flores todo el día, todos los días". Por lo que al fin abrí mi florería.
Cuando le conté a mi familia que lo haría, en vez de animarme, me empezaron a echar muy ‘mala leche’, diciendo que “los negocios quiebran”, que es muy demandante tener tu propio negocio, que ya la conocían que se iba a fastidiar. Casi les creí y cierro mi negocio, pero no fue así y me empezó a ir muy bien.
Los arreglos florales gratis para los XV años de la prima
Desde que abrí, mi familia nunca apoyó mi negocio, poniendo mil pretextos. Un día, una de mis tías se paró en la florería, algo que me pareció muy raro.
Me empezó a chulear mucho el local, que estaba muy bonito y etc. Me platicó que pronto sería la fiesta de 15 años de su hija (mi prima) y que, claro, estaba invitada. Me dijo que quería que ella le hiciera los centros de mesa y los arreglos para la iglesia.
Me emocioné mucho, pues quería que mi familia viera en persona lo que hacía y que les gustara y vieran el buen trabajo que hacía.
Me enseñó mi trabajo, pero ella ya tenía una idea de lo que quería así que no vio más, la idea que la tía tenía flores muy caras. Le di el presupuesto, a lo que la tía contestó: “Ay, mija, por el dinero ni te preocupes, para eso estamos la familia para apoyarnos, tú me ayudas y yo te ayudo”.
Le dije que cuando hago pedidos para fiestas se tenía que dar el 50 por ciento antes y mínimo un mes antes y ella sólo contestó: “sí, ya tú ves”.
Un mes antes de la fiesta, ni sus luces de la tía. Pero le recordé sobre el anticipo, pero me dijo que encargara las flores y en cuanto fuera para mi casa me los daba, mi mamá se enteró y me insistió que le hiciera el favor.
Tres días antes del pachangón
A sólo tres días antes de la fiesta de XV años de la prima no me llegaba el pago de los arreglos. Le pedí a mi tía que mínimo el 50 por ciento me pagara, o sino no iba a poder hacerle los arreglos.
-“Pero de qué pago estás hablando, si te dije que era un favor”.
-“Discúlpeme tía, pero no tengo ni idea de qué me está hablando”.
-“Ay, mija. Pues si yo te dije que era un favor, que entre familia nos ayudábamos. Tú me ayudabas y yo te ayudaba. Y para ser honestas es más favor para ti que para mí, yo sé que en la familia nadie te ha contratado, así que si ven tus arreglos en el cumpleaños de la niña, les van a gustar y te van a empezar a contratar. Y tú sabes que todos somos bien fiesteros, así que vas a tener harto trabajo”.
Me empecé a reír (de nervios), pues ya había comprado las flores, era mucho dinero. Me disculpé con mi tía y le dije que no podía, le ofrecí un descuento de 25 por ciento, aunque ya prácticamente me quedaría sin ganancias.
Pero mi tía dijo que no podía pagar todo eso, y me preguntó que de dónde sacaría todo el dinero, que le ayude a su familia. Que por eso la familia no me compra, hacen fiestas y yo no les ayudo.
A lo que le contesté que no podía darme el lujo de regalarlas, porque las flores son muy caras, y que sería como si en un mes o mes y medio no hubiera ganado nada.
Casi se los doy gratis, pero la tía me dijo: “Ay, mija, pero si tu estas soltera, en qué gastas, a ti qué te puede, ahorita tú estás para ayudar a tu familia”.
Pero no accedí, le colgué el teléfono. Ya me sudaban las manos, porque como que sí le tenía miedo a la tía y temía por lo que le dijera a mi mamá.
Se armó la de Dios es padre
Al día siguiente la tía llegó a mi negocio y me dio una “última oportunidad para que haga las cosas bien”. Pero le dije que no.
La tía agarró un fierro y empezó a romper las vitrinas y cosas de cerámica, mientras gritaba “escuincla malagradecida, no te educaron bien”.
Me quedé en shock, pero en un momento le quité el fierro y me le fui encima y caímos sobre los vidrios. La tía gritaba porque se cortaba con los vidrios, pero yo estaba fuera de mi y le golpee la cara.
Hasta que llegó una vecina de otro local. Reaccioné hasta que vio a su tía sangrando de la cara, con el pómulo abierto. A mí sólo me dolía el cuello y sólo tenía uno que otro rasguño.
¿En qué quedó?
Le hablé a la policía, en mi local tengo cámaras y levanté una demanda por los daños materiales y mi mamá me regañó por ponerme al tú por tú con la tía, que no le habían dado esa educación.
No fui a los XV años, ni mis papás porque también los desinvitaron. Pasando la fiesta, las hijas de mi tía también me reclamaron, pero nada más.
La tía también me demandó y tendré que pagar la operación de la nariz, nadie de la familia me habla ni a mi mamá, que también me dejó de hablar un mes.
Pero lo veo por el lado positivo, me quité de encima familia que no necesitaba.