El horno de microondas es un electrodoméstico que facilita la hora de calentar la comida; sin embargo, hay que tomar en cuenta tres puntos importantes a la hora de utilizarlo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el uso del microondas es seguro, siempre y cuando se utilice conforme a las instrucciones del fabricante, y se consideren los siguientes aspectos: evitar los envases de plástico, riesgos del calor y la pérdida de nutrientes.
Recipientes de plástico
El uso de recipientes de plástico para calentar alimentos en el microondas no es recomendable, ya que la mayoría de estos contienen polímeros que se derriten a bajas temperaturas y pueden filtrarse en la comida, mismos que interfieren en las hormonas y sistema metabólico si se ingieren.
"La exposición a estas sustancias también ha sido vinculada a problemas de fertilidad, asma y al trastorno por déficit de atención con hiperactividad", explicó Juming Tang, profesor de ingeniero de la alimentación de la Universidad del Estado de Washington, a BBC Mundo.
Riesgo de calor
Debido a que la distribución del calor de los hornos de microondas es dispareja, lo preferible es usarlo para calentar y no para cocinar.
Además, los alimentos deben alcanzar una temperatura de 82° en todas las parte, para matar las bacterias dañinas, explica Francisco Diez-González, profesor de seguridad alimentaria de la Universidad de Georgia, en EE.UU.
Pérdida de nutrientes
De acuerdo con la BBC Mundo, algunos estudios han demostrado que los vegetales pierden cierto porcentaje de nutrientes en el microondas; sin embargo, esto depende del tiempo de cocción.
¿Quién y cómo se inventó el microondas?
El horno de microondas se creó en 1946, después de que el doctor Percy Spencer descubrió el efecto que tenían en los alimentos las microondas producidas por un magnetrón, durante una investigación relacionada con el desarrollo del radar.
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