Todas o la gran mayoría de las personas tenemos nombres completos que nos identifican y vinculan a una familia, pero que también son comunes con el resto de la población, por ello te presentamos la diferencia entre apellido linaje.
Y es que tan sólo del 2017 al 2020 se registró 671 mil 972 veces en México el nombre familiar Hernández, lo que lo convirtió en el más frecuente entre la población, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Si bien nació como patronímico, pues se derivó del nombre de Hernando y éste a su vez de Fernando, la nomenclatura tiene su origen en la palabra gótica Firthunands cuyo significado es "atrevido en la paz" o para mayor precisión "el que se atreve a todo con tal de conservar la paz". El gótico era el idioma que hablaban los visigodos que habitaron España tras el declive del Imperio Romano.
¿Cuál es la diferencia entre apellido y linaje? Te sorprenderá
Que muchas personas tengan un mismo apellido no significa que provengan del linaje o familia, pues cuando comenzó a instaurarse la costumbre de apellidar en la Edad Media había muchos Hernandos, lo que derivó en el origen de muchos Hernández.
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Lo que significa que el linaje es pertenecer a una misma familia, por lo regular noble, y el apellido procede del latín apellitare, que significa llamar, nombrar o proclamar, sin que haya necesariamente un vínculo familiar.
Esto queda más claro si tomamos como ejemplo a las personas que recibieron su nombre familiar del lugar del que provenían, pues en muchos casos se tomaron nomenclaturas como Burgos, Oviedo, Zamora, de la Colina, de la Vega y entre ellos no tenían familiaridad, explica el genealogista Prudencio Bustos Argañaraz.
Si bien hay apellidos que son únicos entre los linajes, también hay que tomar en cuenta a las personas que trabajaban para un patrón y adoptaban su nombre familiar sin que hubiera algún parentesco de sangre, a los hijos adoptivos, entre otros casos semejantes.
¿Por qué se perdieron algunos apellidos judíos y musulmanes?
Además Bustos Argañaraz explica que hubo nombres familiares exclusivos entre los judíos y árabes que se perdieron debido a las conversiones religiosas, así como por la persecución del Santo Oficio de la Inquisición, que consideraba sospechosos de falsa conversión a quienes mantenían sus nomenclaturas hebreas.
Así Rabí Abner de Burgos cuando se convirtió al cristianismo en 1321 pasó a llamarse Alfonso de la Caballería o Alfonso de Valladolid; Salomón ha-Levi, adinerado rabino burgalés, se lo cambió a Pablo de Santa María cuando se bautizó en 1390 e incluso fue obispo de su ciudad.
Algo semejante pasó con el mahometano Abén Humeya que tras su conversión se llamó Fernando de Válor, así como los príncipes granadinos Saad y Nasr, hijos del sultán Abul-Hasan, que pasaron a ser don Fernando y don Juan de Granada.
Así que si bien tu apellido puede provenir de los primeros linajes, también es más probable que venga de un nombre común, una región, una actividad, una profesión, entre otros muchos motivos.