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¿De qué está hecha la mortadela y qué tan saludable es?

El nombre de la mortadela proviene de uno de los ingredientes con que era aromatizado originalmente.

La mortadela es un embutido de origen italiano. Créditos: iStock
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Además de la salchica y el jamón, uno de los embutidos más populares es la mortadela, ya que es económica y versátil; por ejemplo, se pude comer empanizada, frita, en tortas y hasta hamburguesas. 

La mortadela, cuyo origen es italiano, es una clase de embutido de carne, cocido de forma cilídrica y distintos tamaños, describe el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) de España. 

Por su parte, el diccionario gatronómico Larousse explica que dicho embutido es una especie de salchichón grande, un poco ahumado y aromatizado de distintas maneras, originalmente con mirto, de ahí su nombre. 

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¿Qué carne es la mortadela?

La mortadela se elabora con con pasta de carne, puede ser de cerdo o res, grasa de cerdo y, en ocasiones, se le añade algunas especias como pimienta blanca. 

Sin embargo, algunas marcas elaboran el embutido en cuestión a base de pastas de carne de pollo o pavo, y adicionan otros ingredientes como la soya y almidones, sales de curado (nitritos), fosfatos, conservadores y frutos secos como el pistache, de acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

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Hablando de los nutrientes y sustancias no nutritivas de la mortadela, está compuesta en su mayoría de agua, seguida de grasa, sodio y vitaminas del grupo B. 

Según el MAPA, el contenido calórico del embutido mencionado es significativamente inferior al de otros, debido a su mayor contenido de agua y menor aporte graso.

La grasa insaturada que tiene el producto supera a la saturada; sin embargo, su cantidad de colesterol también es mayor al de las carnes frescas de las que se deriva y en proteína es inferior al de éstas. 

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La mortadela es una fuente de minerales como hierro, magnesio, fósforo, zinc, selenio y sodio; también de vitaminas como la tiamina, riboflavina, niacina y B6.

Sin embargo, el elevado contenido de sodio de la mortadela, derivado de sus ingredientes y su proceso de elaboración, limita su consumo en personas que deban seguir dietas hiposódicas; por ejemplo, para el tratamiento de la hipertensión o la retención de líquidos.