La identidad colectiva, es decir, ese sentimiento de querer pertenecer a un grupo con el que nos sintamos identificados o seguros, a lo largo del tiempo, ha llevado a algunos a caer en situaciones ilegales, como el 'truquear' o falsificar sus apellidos, como ocurrió en España.
Aunque suene muy descabellado o surgido de una película de ficción, de acuerdo con un estudio, realizado a raíz del libro "El cambio inmóvil", algunos habitantes de España decidieron modificar sus apellidos para parecer nobles y así obtener un mejor trato por ser de la clase alta.
De acuerdo con el profesor de Historia Moderna e investigador de la Universidad de Códoba Enrique Soria Mesa, la información de esta situación se obtuvo tras cruzar, archivos de la justicia de ayuntamientos, escrituras de propiedad, fuentes notariales, judiciales, familiares, nombramientos y testamentos.
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Según lo que dijo Soria, al Diario Córdoba, la sencillez de falsificar la ascendencia de clase alta radicaba en que antiguamente no se imponían las reglas actuales e incluso los hermanos tenían apellidos distintos.
¿Cuál era el secreto para hacer que un apellido pareciera de la nobleza?
Para usurpar el apellido noble de otros lo que hacían era alargarlo. Entonces, en lugar de registrarse como Hurtado, sin serlo y sólo teniendo como prueba de ese apellido el título de propiedad de un Hurtado real, las personas se convertían en "Hurtado de Mendoza".
Así también pasó con estos apellidos que se volvieron comúnes en la clase alta:
- Córdoba pasó a Fernández de Córdoba
- Toledo a Álvarez de Toledo
- Aragón a Campo de Aras
- Álvarez a Álvarez de Sotomayor
Cabe mencionar que, según Soria, este no era un hecho aislado de Córdoba, sino una estrategia en toda España. El objetivo era acceder a un cargo público, puesto social de relevancia o cofradía, lo cual no podían hacer antes de 1808; por ejemplo, quienes llevaban apellidos judíos o sin título nobiliario.
En unos casos, de acuerdo con el autor, se usurpaba el apellido castellano del dueño de una propiedad que se había adquirido; en otro, los menos, se pedía a un auténtico noble que lo reconociera como pariente, a cambio de una gran cantidad de dinero.
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