En las celebraciones es bastante común que los adultos inciten o 'conviden' alcohol a los menores de edad, sobre todo bebidas que consideran de bajo grado alcohólico como la cerveza convencional, la sidra o hasta el rompope, sobre todo este último porque es la base para otros productos cuya venta no está prohibida a menores de edad como gelatinas o dulces.
El rompope es una de las bebidas alcohólicas tradicionales de México y su creación de remonta a los conventos, pese a que se considera un producto menos agresivo que el tequila o mezcal, la realidad es que hasta los adultos deberían moderar su consumo. A continuación te explicamos si se le debe dar rompope a las niñas o niños.
¿Le puedo dar rompope a las niñas o niños?
No... en serio, no. El rompope cuenta con un grado alcohólico de 15 por ciento; para darse una mejor idea de los efectos que puede causar, una cerveza convencional tiene 5 grados y una sidra apenas llega a los cuatro grados. Un vaso de rompope es tres veces más potente que uno de cerveza o sidra.
Si bien los principales ingredientes del rompope son huevo, leche y vainilla, también contiene alcohol y en una gran cantidad. Los productos que se comercializan, como gelatinas, dulces o paletas, suelen tener saborizantes artificiales que imitan el sabor de esta bebida, pero no contienen alcohol.
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Ni rompope, ni sidra y mucho menos cerveza se le debe dar a los menores de edad por el simple hecho de que son bebidas alcohólicas; tampoco se les debe enseñar a fumar o darles ningún tipo de estupefaciente. Pese a que pueda tratarse de un ambiente familiar, lo más aconsejable serán mantenerlos al margen de estas prácticas.
El alcoholismo en jóvenes
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT), realizada entre 2016 y 2017, la edad promedio en que las personas comienzan a beber alcohol es a los 10 años, a la par que se ha reportado un aumento del consumo excesivo de alcohol en jóvenes de 12 a 17 años, pues pasó del 4.3 por ciento al 8.3 por ciento.
En aquella ocasión, un 33.6 por ciento de los encuestados reportó una ingesta excesiva de alcohol (alcoholismo), situación que se agravó durante los confinamientos ocasionados por las primeras olas de COVID-19. En México, el consumo per cápita de alcohol es de 4.4 litros cada año.
Tanto infantes como adultos están expuestos a los efectos del consumo excesivo de alcohol, entre los que se encuentran: enfermedades cardiacas, crónico-degenrativas, daño renal, daño hepático, alteraciones en el sistema nervioso y hasta posibles accidentes causados por no beber con moderación.