Los licores adulterados o falsos son muy comunes dentro de la industria de las bebidas alcohólicas, por eso te enseñamos a saber diferenciar entre uno original y uno ‘fake’. El whisky es de los más consumidos, por lo tanto también de los más ‘pirateados’.
Estas botellas suelen ser alteradas con agua, etanol del más económico o colorante de caramelo. También se puede mentir acerca de su año de producción o tiempo de añejamiento, pues recordemos que entre más viejo es más caro.
Para saber si tu bebida es auténtica, debes tomar en cuenta tres aspectos: la etiqueta, el líquido y el envasado. Toma en cuenta que el copeo facilita mucho los engaños, ya que no se tiene contacto directo con el envase, así que trata de no beber cocteles preparados.
Las claves para saber si mi whisky es original
1. La etiqueta. El etiquetado debe ser de buena calidad, con relieves y la calcomanía pegada correctamente. Revisa si tu botella tiene una tira mal colocada o si hay manchas pegajosas.
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2. La tapa. Si las tapas están rotas o no truenan cuando las abres, no lo bebas.
3. Código de barras. Puedes intentar con una aplicación móvil el escaneo del código de barras; una vez que lo escanees verás si te aparece el producto que es.
4. El líquido. Observa tu botella a contra luz y fíjate si tiene algunas partículas blancas o sedimentos en el fondo. En caso de que sí, quiere decir que es ‘fake’.
5. El olor. Este aspecto es el menos profesional, pero de igual funciona. Lo que tienes que hacer es colocar un poco del licor en tu antebrazo y dejarlo secar: si el olor es totalmente a alcohol de uso médico, significa que está adulterado. Regularmente las botellas alteradas tienen un olor a alcohol más fuerte.
Las consecuencias de tomar whisky adulterado
Por lo general las sustancias que se le agregan a los licores no auténticos contienen químicos que se utilizan para la limpieza como quitaesmalte, así como metanol e isopropanol que se usan en anticongelantes y algunos combustibles.
Esto puede causar grandes afectaciones como náuseas, vómitos, dolor abdominal, somnolencia, mareos, problemas renales, hepáticos e incluso un coma. En el caso del metanol, puede causar ceguera permanente.