El exprimidor de limones es un utencilio que prevalece en casi todos los hogares mexicanos debido a que cuenta con una gran utilidad: desde hacer una rica agua fresca de limón, hasta abrir nueces o crustáceos. Pero ¿De dónde viene este invento?
Aunque se tienen registros de exprimidores en Turquía en el siglo XVIII, la pelea por la patente está disputada entre el estadounidense Lewis Chichester en 1860 y su compatriota John White en 1893 con un modelo muy parecido al actual.
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Sin embargo, el Archivo del Estado de Jalisco tiene registro de una patente por parte del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI) ortorgada al inventor Mauricio May en 1953, de un exprimidor eléctrico el cual era descrito como “una proyección que baja angularmente para la descarga del jugo".
A partir de 1950 surgiría el diseño que hoy conocemos, un mecanismo de tijera que se abre y se cierra para colocar en su interior la mitad de la fruta, presionándola hasta obtener su jugo. Con este diseño se desconoce al inventor, pero se sabe que se empezó a comercializarse en el mercado de la Merced.
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El Archivo del Estado de Jalisco hizo una cronología donde narra la evolución del exprimidor y las variantes que han surgido en distintas partes del mundo.
Una de ellas es el exprimidor de cristal, nacido en Italia, pero con un diseño y fabricación anónimos realizados en 1997, describe que esta versión parte de una base honda con un óvalo rugoso en el centro que permitía exprimir y a la vez recolectar el jugo y semillas del cítrico.
Aunque muchos nieguen la necesidad o el uso del exprimidor, sin duda es un artefacto necesario en cualquier cocina, reunión o cantina. El exprimidor o salindor (como se le conoce al sur del Estado de Nuevo León) se convirtió en una herramienta indispensable.