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Día de la Mujer 2022: “En un país donde hay 11 feminicidios al día, tenemos que hablar de celos”

Alicia Delicia es educadora sexual, su perspectiva va más allá de datos fríos y despersonalizados. Aborda la sexualidad y su vinculación con emociones y relaciones, desafiando lo que se ha enseñado antes con “normalidad”.

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Conocí a Alicia Delicia por un tuit, una amiga escribió: “Hoy voy a mi primer taller con Alicia Delicia. Qué nervias”. Entré al perfil de Alicia y me encontré con una persona, por lo menos, interesante. En sus publicaciones, Alicia celebra su cuerpo, habla de los mecanismos que ha usado y usa para quererse a sí misma y cuidarse, y también habla de sexo, mucho sexo. 

Hay, asimismo, la honestidad necesaria para ver y admitir cómo son algunas experiencias y también para nombrarlas. En el perfil de Alicia, la sexualidad va de la mano con el conocimiento del cuerpo, de las otras personas y de las emociones involucradas. También existe espacio para la diversión y disfrute. 

Por supuesto, decidí seguirla y, más adelante, hacerle una entrevista.

Alicia Delicia es experta en placer, y brinda educación sexual a personas adultas. Cuenta que dedicarse a la educación sexual fue algo que eligió, casi de forma circunstancial: “Tuve el gusto de leer una enciclopedia sobre sexualidad a partir de los 11 años, el enfoque de la enciclopedia era sexo-positivo para ser de los 90, y el acceso a la información me permitió afrontar desde un lugar de conocimiento, cuando vinieron los prejuicios”. 

La lectura de esa enciclopedia, que significó conocimiento de anatomía, la preparó para las clases de sexualidad de su colegio. El conocimiento le dio herramientas a una adolescente para confrontar una educación que tachaba un aspecto del cuerpo y la vida humana como negativo: “Yo pude decir: ‘Oye, cada vez que dices que esto es malo, que es pecado, viene desde un lugar que refleja valores y no conocimiento’”.

“Yo era esa morra a quien se le acercaban con sus dudas de sexualidad en la secundaria y en la prepa, y me ganó que asumieran que, entonces por eso, yo era ‘una zorra’ y ‘una p*t4’. Estos calificativos a mí se me hicieron importantes, porque marcaron una necesidad de resignificar el acceso que teníamos a esta información”.

A temprana edad, los compañeros de Alicia la enjuiciaron porque sabía sobre  sexualidad. Eran jóvenes, sus juicios muy probablemente estaban fuertemente influidos por lo que les decían sus padres, no precisamente, sobre Alicia, sino por los silencios alrededor del tema, algunos chistes misóginos dichos en casa y quizá una que otra charla explícita.

“Creo que sucede un fenómeno muy curioso con la sexualidad y cómo ha sido muy reprimida de manera sistemática por la religión y por las instituciones gubernamentales, donde pareciera que todo es malo y solamente se puede vivir una sexualidad si es en una relación monógama, romántica, heterosexual y reproductiva. Si no cumples con este parámetro, cualquier actividad sexual que tengas fuera es mala, en especial si eres mujer, porque a los hombres se les da otra permisividad e irresponsabilidad”, dice Alicia.

No es que hablar de sexo sea un tabú, como antes. Hay películas, videos y muchos chistes. Pero las conversaciones sobre nuestras experiencias, con todo lo que significan, cuando nos importa alguien, cuando sentimos rechazo, cuando no la pasamos tan bien, cuando el otro traspasa un límite, incluso, cuando no estamos seguros de explorar alguna posibilidad y cómo lo podemos hacer con seguridad, esas conversaciones no son comunes.

“Las personas siguen teniendo actividad sexual, la única diferencia que hace ese tipo de perspectiva es que se tienen conductas innecesariamente riesgosas”, señala  Alicia.

Ella cuenta que se sorprendió de que en la Facultad de Psicología a la que fue, el conocimiento sobre educación sexual era opcional, además de que la información estaba desactualizada o era incorrecta, por lo que se decidió a impartir talleres para conocer la anatomía con enfoque sexo-positivo.

“Creo que muchas personas piensan que a mis talleres asisten mujeres cis que tienen mucho entusiasmo de su sexualidad y no es cierto, suelen venir quienes ya tienen una historia de vida que les confronta tanto, y les duele tanto el no conectar con su placer que, aunque tienen reservas, se entregan a conocer. Se acercan muchas mujeres que han gestado y dicen ‘cómo puede ser que haya pasado por todo este proceso y aún así no me conozca y no me disfrute’. Muchas mujeres de más de 40 años que están o estuvieron casadas y no conectan con su sexualidad y el tema les representa dolor, tristeza, vergüenza”.

Alicia explica que la sexualidad y la anatomía de las mujeres han sido temas menores, incluso, para las academias. Y mientras que, en Medicina, abundan los textos sobre disfunción, hay partes del cuerpo femenino que fueron “descubiertas” hasta finales del siglo XX y muchas que, antes, fueron llamadas con el nombre de sus descubridores hombres, como las “trompas de falopio”, o cuyo nombre está puesto desde una perspectiva masculina, como la va(g)ina que se define como: Funda ajustada para armas blancas o instrumentos cortantes o punzantes.

Los feminismos aportan nuevas perspectivas para entender la sexualidad y también la posibilidad de elegir cómo relacionarnos.  

“La lucha feminista ha permitido cosas básicas como el hecho de tener acceso a la educación, a un trabajo, a rentar y no tener que depender en todos los sentidos de un hombre. Nos está permitiendo elegir más conscientemente las relaciones en las que estamos, porque ya no son a fuerza, y ahí es donde entra mucho este contenido educativo a hacerla de herramienta y habilitar estos cambios".

Además de anatomía y práctica, los talleres de Alicia también abordan relaciones no monógamas y cómo gestionar emociones, como los celos.

“Es cruel que cosas como diferenciar emociones y sentimientos, el cómo manejo y cómo comunico un acuerdo o un estado, no nos lo hayan enseñado de manera estandarizada en la escuela, pero sí me enseñaron las capitales de todos los países y cómo sacar el área de un rectángulo. Se me hace curioso porque creo que puede dar mucha frustración ser una persona adulta y no estar entendiendo los procesos emocionales por los cuales estoy pasando, pero al final el cuerpo refleja malestar y me siento fatigada, me duele la panza y no descanso.

Saber qué sentimos, nombrarlo y hablarlo se vuelve básico para entablar relaciones con responsabilidad y manejar más saludablemente toda la complejidad que la relación entre dos o más personas significa. Asimismo, señala Alicia que la educación sexual y el diálogo abren la posibilidad a lo que muchas personas quisieran, pero no se treven a experimentar por miedo, culpa o celos.

"Los celos a mí se me hace un tema bien grande, es uno de los talleres con mayor demanda que tengo, porque se ha generado una creencia cultural en la que los celos son o lo peor que puedes experimentar y no deberías de sentirlos, o que por sentirlos, puedes actuar como quieras y es justificable. Y en un país donde hay 11 feminicidios al día, donde la mayoría de las veces son por las personas que dicen amar a esa mujer, tenemos que hablar de esa idea de celos y de posesión.

"Los celos son una experiencia humana que van a continuar sucediendo hasta que te mueras, no hay de otra. Lo que se me hace muy importante y algo que yo aprendí, y que ahora comparto, es que hay maneras muy lindas y amorosas de gestionar los celos.

“Y pareciera que no hay alternativa, pero creo que sí estamos viviendo de manera colectiva en México, durante los últimos años, este cambio hacia una ‘hagamos una pausa’, voltéate a ver hacia adentro’”. 

Alicia se ha empeñado en usar sus redes sociales para hacer visibles alternativas al hecho de no pensar demasiado en la vida sexual y sólo repetir lo que, sin darnos cuenta, aprendimos en casa, con amigos y en internet. Su propuesta es vivir la vida sexual desde el conocimiento, la responsabilidad y, muy importante, desde el gozo.