Si alguna vez has sido víctima o has escuchado que alguien que dice que subió de peso en el invierno, créele porque es real. Lo que sucede es que un proceso de tu organismo es el que te hace comer más y no por antojo, sino que hay todo un motivo detrás.
La ciencia dice que hay un procedimiento con el cual el cuerpo produce el calor y éste (el proceso) reacciona de acuerdo a las condiciones, en este caso al clima. Pero aquí te lo explicamos mejor.
¿Por qué comemos más en invierno?
Primero hay que entender que, para que el cuerpo esté a temperatura ambiente, requiere de más energía y dicha energía es traducida en grasa. Es decir, que el proceso que ayuda a mantener el cuerpo caliente se basa en la grasa de lo que comemos.
Todo tiene origen en el hipotálamo, un área del cerebro que envía señales al resto del cuerpo para que haga funciones básicas de supervivencia, como comer, respirar y mantener la temperatura corporal.
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En caso de que alguna de estas necesidades se haga presente, se activarán señales que el organismo necesita atender. Y es que cuando comemos algo, el alimento pasa por una red de procesos bioquímicos que lo digieren para después convertirlo en moléculas.
Las moléculas se hacen cada vez más pequeñas hasta que se obtiene la energía llamada ATP, utilizada por el cuerpo para hacer funcionar todo lo demás.
En palabras más resumidas: cuando comemos más de lo que necesitamos, el cuerpo guarda esa energía en forma de grasa como reserva para cuando estés en ayuno o no comas a tiempo. Como un almacén de energía.
Entonces, cuando el cuerpo baja de temperatura comienza a usar las reservas de energía que tenía (en forma de grasa). Y, cuando ese almacenado se termina, es necesario volver a llenarlo. Es aquí cuando nace la sensación de hambre.