El primer actor Ignacio López López falleció este sábado a los 98 años de edad dejando un legado de más de 50 películas, más de 100 obras de teatro, pero la vida también le alcanzó para ser bracero y hasta diputado.
El actor que nació en la Ciudad de México el 15 de enero de 1925 pasó los primeros años de su vida en Veracruz, Hermosillo, Navojoa y Guadalajara, estado donde tuvo su primer acercamiento con el teatro al presenciar su primera función.
Debido a la situación económica de sus padres, López Tarso ingresó al sacerdocio para continuar con su educación superior, y fue ahí donde se incorporó por primera vez a un grupo de teatro, así como a los clásicos del Siglo de Oro español.
Sin embargo, su falta de vocación religiosa le hizo abandonar una probable carrera en el sacerdocio, así como la oportunidad de ser un destacado general cuando tiempo después llegó a ser Sargento Primero tras estar encuartelado más de un año.
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La economía no prosperó para el actor por lo que tiempo después se marchó de bracero a los Estados Unidos, donde un accidente le provocó una grave lesión en la espalda que lo hizo volver a México.
En ese momento una casualidad del destino lo hizo leer en un periódico que las inscripciones a la Academia de Arte Dramático del INBA estaban abiertas, y que Xavier Villaurrutia -a quien admiraba profundamente- era uno de los maestros. El ídolo quedó impresionado con su admirador y lo invitó a sumarse como oyente a su curso y poco después, en 1949, a incorporarse formalmente a la Academia.
De hecho, fue el propio Villaurrutia quien le sugirió cambiar su nombre real, Ignacio López López, por uno más artístico y ambos eligieron e Tarso, en referencia al antiguo santo cristiano Pablo de Tarso.
Aunque su maestro falleció en 1950, en ese mismo año debutó en el teatro estudiantil en una representación de Sueño de una noche de verano, de Shakespeare, y al año siguiente en el teatro profesional con Nacida ayer, de Garson Kanin.
Para 1954, López Tarso fue llamado al cine y debutó en la película La desconocida, dirigida por Chano Urueta, donde interpreta un papel menor, el de un inspector de policía, que le deja un mal sabor de boca.
Luego de varios papeles en películas de poca trascendencia, en 1958 se une al elenco de Nazarín, bajo las órdenes de Luis Buñuel, quien admitió que tenia sus dudas sobre el actor. Sin embargo, todo cambio cuando en 1959 logra su primer papel estelar para encarnar a Macario, filme que logra fama internacional y que fue nominado al Óscar.
Su trabajo le permitió trabajar con Roberto Gavaldón con quien consiguió sus mejores interpretaciones en: Rosa Blanca (1961), Días de otoño (1962), El gallo de oro (1964) y La vida inútil de Pito Pérez (1969).
Desde entonces, la carrera de López Tarso estuvo dirigida por directores de la talla del propio Buñuel, Galvadón, pero también de otros grandes como Julio Bracho, Miguel Zacarías, Ismael Rodríguez, Alberto Isaac, Luis Alcoriza, Carlos Enrique Taboada, José Estrada, Jorge Fons y Arturo Ripstein, entre muchos otros.
Además de ser un gran actor, el histrión incursiono como político y fue diputado federal del 1 de septiembre de 1988 al 31 de agosto de 1991.
También ocupó cargos importantes de organizaciones tales como la Asociación Nacional de Actores (ANDA), la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) y el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC).
El reconocido primer actor mexicano dejó el plano terrenal este sábado, luego de una neumonía y oclusión intestinal que le impidió el habla. Sin embargo, su legado como en el teatro, el cine y hasta la política lo mantendrán siempre presente en el corazón y la memoria de miles de sus fanáticos.