Si te toca viajar por una carretera oscura, sola y por la noche, lo mejor es que no voltees a ver tu retrovisor, pues te puedes llevar una gran sorpresa... una de muerte.
Muchas son las historias en donde personas conducen a sus destinos tranquilamente, hasta que la noche llega y pasan por carreteras desoladas. Sin ninguna explicación, en ese momento, las luces del automóvil comienzan a fallar, la señal de la radio o la música se vuelve intermitente y la sensación de alguien presente en el asiento de atrás se vuelve imposible de ignorar.
En esta ocasión, Gina Avilés contó en La Mano Peluda para Grupo Fórmula la historia de Verónica, una mujer que, a punto de casarse, sufrió un terrible accidente en carretera. Este hecho la condenó a vagar en pena por la eternidad y a atemorizar a cuanto automovilista se cruza en su camino.
Faltaba sólo una semana para que Verónica llegara al altar con quien creyó era su amor verdadero, pero, por azares del destino, la joven tuvo que salir a otra ciudad.
El pequeño viaje no le impidió sentirse emocionada y usar su vestido de novia mientra se dirigía a dicho lugar. Sin embargo encontró un mal camino por la lluvia y, cuando le faltaba muy poco para llegar, sufrió un fatal accidente: las curvas hicieron que el auto se cayera a un barranco. La joven novia murió al instante.
Desde entonces se dice que al pasar por ese sitio a media noche, la sensación de ser observado desde el asiento trasero hace a los conductores mirar al retrovisor y ver a Verónica sentada atrás con el rostro desfigurado.
La recomendación para los automovilistas en no voltear por más que se sientan observados, pues si lo hacen, la apariencia terrorífica de Verónica con su vestido de novia los hará perder el control del volante y morir en un fatídico accidente, o su alma será llevada por el espectro en pena.