La propuesta del presidente argentino, Alberto Fernández, de formar una coalición entre México, su país y Brasil, con Lula da Silva al frente, llevaron a las redes sociales a soñar con una integración continental similar a la Unión Europea.
Apenas el pasado 9 de marzo, el mandatario argentino envió una carta a su homólogo mexicano en que le señalaba su interés por fortalecer la alianza entre las tres naciones, con miras a formar un bloque para combatir la desigualdad en el continente. A lo que el presidente de México respondió que dicho bloque debía integrar a todo el continente.
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Aunque faltan más de 6 meses para la elección general en Brasil en que se renovará el presidente, las encuestas hasta ahora ubican al expresidente brasileño como favorito para ganar la contienda, por encima del actual mandatario, Jair Bolsonaro; incluso, la diferencia es tal que podría evitar la segunda vuelta, aunque todo esto puede cambiar.
Sin embargo, la inquietud está ahí, y la posibilidad de una integración regional como la alcanzada en Europa parece una posibilidad en un momento en que las distancias se han ensanchado a raíz de la pandemia de COVID-19.
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Aunque, con todo y las proporciones guardadas, ¿es posible crear una "Unión Americana" similar a la alcanzada con la Unión Europea? Grupo Fórmula acudió con especialistas en relaciones internacionales y economía para conocer la factibilidad de este proceso y esto fue lo que nos dijeron.
La "Unión Europea" en América no es una idea nueva
Una propuesta de esta índole tiene antecedentes añejos. Hace más de 60 años, en la década de 1960, comenzó la formación de un bloque llamado la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), conformada por 13 países de la región: los 10 sudamericanos, México, Panamá y Cuba. Aunque la fundación oficial fue en 1980, la semilla del proyecto se sembró casi dos décadas atrás.
Unos años atrás, en 1948, resaltó la maestra Norma Soto Castañeda, internacionalista de la Universidad LaSalle, se conformó la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), un órgano de investigación que buscaba mejorar las condiciones económicas de la región.
A ello se suman decenas de acuerdos bilaterales y multilaterales entre países de la región que si bien fomentan el intercambio de bienes, no dan un paso mayor a la integración.
Estos antecedentes, agregó la especialista en entrevista con Grupo Fórmula, sentaron un precedente pero no alcanzaron una integración mayor en la región de América Latina, la que por sus condiciones similares sería más fácil integrar, por la falta de elementos importantes, como liderazgo y desarrollo.
"Tiene que haber alguien que la lidere, alguien que tome la batuta. Pero nadie quiere cargar la responsabilidad. Cómo unir una serie de países que comparten demasiadas carencias sin un plan de integración importante", cuestionó.
Pero destaca que entre los integrantes siempre se apueste por un primer bloque unificado entre los países latinoamericanos, lo cual parte de un punto importante: alcanzar la integración con EU y Canadá, por ejemplo, resulta algo lejana en el entendido de que esos países ofrecen niveles de desarrollo lejanos para las naciones del centro y sur del continente. Por lo cual de antemano se pueden descartar.
Y aunque se trata de países con idioma y cultura en común, así como con historias similares, factores como el crecimiento disímil entre los países de la región, los altos niveles de pobreza, desempleo y por otro lado, los bajos niveles de educación y desarrollo humano hacen que una integración mayor que sólo los acuerdos comerciales puedan convertirse en un problema.
Tan solo en 2021, los datos de crecimiento de las economías en la región son tan disparejos que mientras Panamá, República Dominicana, Perú, Chile y El Salvador crecieron a doble dígito , hay otras naciones como México, Costa Rica, Guatemala y Brasil que crecieron por debajo del promedio regional de 6.2 por ciento para América Latina y el Caribe. E incluso hubo países como Venezuela, Haití y Surinam cuyo crecimiento fue negativo. De ese modo, resulta posible que una integración terminaría por concentrar la población y el desarrollo en naciones que le llevan algo de ventaja al resto de los miembros.
Las etapas de la integración
Aunque la Unión Europea y la zona euro, es decir, la que comparte una moneda en común, tiene apenas un par de décadas, la integración de el occidente europeo en primera instancia comenzó hace casi 70 años, acotó Soto. Ello porque para este tipo de comuniones se requieren varios pasos, que en ese caso comenzaron con el intercambio y la unificación de mercados de ciertos productos, como el carbón y el acero.
Teóricamente, detalló, la primera etapa es la creación de espacios de libre comercio, como los tratados que tiene México con casi 50 países, y el T-MEC con Estados Unidos y Canadá como mejor ejemplo. Pero este es apenas el primero de varios pasos para alcanzar una integración como la Unión Europea.
Tras ello viene una fase de unión aduanera, es decir, que se establezcan criterios comunes entre países para fijar sólo algunas tarifas y volúmenes de las importaciones y flujos de capitales, cosa que por ahora no se presenta en la región.
"Básicamente implica que países miembros eliminan aranceles y obstáculos de productos, servicios e insumos, y establecen capítulos para promover la inversión en sus propios territorios", comentó Jorge Molina, doctor en Economía del Tec de Monterrey.
El tercer paso es alcanzar con ello una integración comercial, mediante la cual la oferta y demanda de cada país alcanza un cierto grado de correspondencia con el de otros miembros de la alianza, de modo que se requieren cada vez menos importaciones de mercados externos.
Luego se tiene que alcanzar un mercado común, cuando trabajadores y productos comienzan a poder circular libremente entre naciones; hasta llegar a una quinta fase donde las condiciones son tan análogas entre naciones que incluso la moneda puede ser la misma, y se alcanza una integración total.
¿América Latina puede con ello?
Una de las características más destacadas en la Unión Europea es el libre tránsito de personas, pero no sólo para viajar sino para trabajar y hasta para contar como residente y tener alguna forma de ciudadanía.
Para ello se requiere además de infraestructura y de fronteras compartidas, cosa que es muy disímil respecto a la Unión Europea. Mientras que el continente americano es 10 veces la Unión Europea, América Latina es casi 5 veces la superficie de esa región. Lo cual dificulta que la integración en términos de población se alcance como ocurre en esa zona.
Pero, ¿cuándo se llega a esa fase? Pues la circulación libre de trabajadores en el caso de la región de América Latina presenta algunas complicaciones. Porque si bien entre naciones europeas las personas pueden transitar libremente y no requieren visas para trabajar, en América Latina se presenta un problema: ¿los niveles de desarrollo son comparables?
Hasta ahora parece que no, y las migraciones actuales son un ejemplo: ciudadanos haitianos que van a Chile, Brasil o México en busca de mejores oportunidades; bolivianos y paraguayos que se trasladaban a Argentina con el mismo fin; miles de venezolanos que van a Colombia. Si con las fronteras "cerradas" ocurren flujos migratorios que generan grandes concentraciones, ¿qué pasaría con libre circulación?
"¿Qué está pasando en México con los grupos migratorios? A los haitianos se les dan un permiso y una ayuda pero no les dan un salario fijo. Y eso genera un recelo entre los mexicanos, algunos poblados les cierran el paso. Y los migrantes han generado revueltas y eso que no estamos integrados", advirtió Soto Castañeda.
¿Cómo coordinar la integración?
Otro de los problemas que se presentan es la necesidad de establecer órganos supranacionales, es decir, instituciones que pueden tomar decisiones multinacionales que impactarán directamente en lo que pasa en cada país.
Y eso, advierte Yessica Lugo, internacionalista de la FES Aragón, representa un problema por el anhelo de soberanía de los países de la región.
"En América Latina existe cierto sentimiento de la soberanía, gran parte de los países se encuentran defendiéndolo", alertó. Y ello tiene una base histórica, toda vez que la mayor parte de los países de la región partieron de un origen común que fue la descolonización y la independencia, misma que ahora se rehúsan a perder.
A eso se suma que la falta de un liderazgo de parte de algunos de los países de la región podría compensarse con la incursión de otro país del continente, como Estados Unidos; lo cual podría despertar algún recelo desde los gobiernos nacionales de América Latina.
"Entra EU con el interés de buscar áreas de libre comercio, pero los países de América Latina tienen un tinte de proteccionistas. Entonces no avanza a una integración más amplia, sino que tiene muchos acuerdos bilaterales", explicó.
Ello termina convergiendo en la falta de un objetivo común, a diferencia de lo que ocurre en la Unión Europea, donde una vez alcanzados niveles similares de desarrollo, se buscó promover una integración mayor. Por el contrario en la región, incluso con ciertos avances, faltará la capacidad de ceder para poder alcanzar objetivos como la moneda en común.
Por otro lado, los gobiernos de la zona tienden a cerrarse a las lógicas de mercado y buscan sobre todo el control estatal, a la par que se distancian de la iniciativa privada, que podría ser determinante para alcanzar un objetivo como una mayor integración regional.
"Hay que considerar que para la formación de una mayor integración (como la Unión Europea), se requiere del concurso del sector privado y su apoyo. Y lo que estamos viendo en algunos países, en Brasil y otros de Sudamérica, es que el sector privado se ha distanciado del gobierno y eso te genera mayores problemas", concluyó Molina.