El alza en los precios no sólo ha golpeado a los alimentos de consumo humano, sino que impactó con más fuerza al alimento de tu mascota.
Para el mes de septiembre, la comida de tu perro o a tu gato salió 28.4 por ciento más caro que el mismo mes del año anterior y 41.27 por ciento más que en 2018 en la CDMX, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La primera cifra es casi el doble que la inflación que registran los alimentos, que rondan el 15 por ciento, según el instituto con datos a septiembre pasado.
Mientras que en septiembre de 2018, pagabas en promedio 51.28 pesos por un kilogramo de comida para tu mascota, en ese mes de 2020 el precio se elevó ligeramente, a 55.69 pesos; sin embargo, en lo que va de este año su precio se ha disparado y para septiembre pasado rondó los 72.44 pesos, más de 16 pesos adicionales.
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Es decir, que, si tu “lomito” consume unos 500 gramos de comida al día, en una semana tendrás que comprar 3.5 kilos, que con los precios a septiembre te costarán 253.54 pesos a la semana. En un mes, el gasto en el alimento de tu mascota superará los mil pesos. Sin embargo, el año pasado gastabas unos 220 pesos menos.
No obstante, su precio ha variado a lo largo de los meses. Fue entre febrero y marzo cuando su precio dio un gran salto de 58.20 pesos a 67.54 pesos por kilogramo, un incremento de 16 por ciento contra el mes anterior.
¿Le ibas a dar sobre? Este alimento para mascota también disparó
Durante el mes pasado, el alimento húmedo (sobre) para “michis" marca Whiskas fue el más caro, pues un kilo costaba 152.94 pesos, mientras que este mismo alimento para perro tuvo un costo de 105.6 pesos.
En contraste el alimento seco Cat Chow tenía un precio de 85.34 pesos, Whiskas a granel 42 pesos y Kirkland 66.29 pesos por kilogramo, frente a 78.75 pesos que costaba Beneful para cachorros, 68 pesos Pedigree y Dog Chow a granel 47.17 pesos.
Si después de leer esto, estás pensando en cambiar el alimento de tu mascota por uno más económico o reducir su porción, ten en cuenta que esto no siempre es lo mejor, pues su alimentación depende de la etapa de su vida en la que se encuentre, su nivel de actividad y su estado de salud.