Curiosidades

CRÓNICA

La complicada manera de acercarse al anime en los años noventa

Desde pequeño no entendía muy bien lo que era el anime o mangas, pero me llamó la atención y eso me llevó a estudiar la cultura japonesa.

En los noventa no existían plataformas donde te ofrecieran una gran cantidad de animes como los hay hoy en día. Créditos: Asociación México-japones/Instagra,
Escrito en CURIOSIDADES el

Después de terminar mis clases diarias en la primaria, lo primero que hacía al llegar a casa era quitarme el uniforme -no soportaba tenerlo puesto-, después comía y ya hacia el final de la tarde tenía la tarea lista.

En los recesos algunas personas gritaban y hacían ruidos, pensaba que peleaban y por eso no quería acercarme; sin embargo, un día uno de los niños se acercó para preguntarme si no quería jugar a ser 'Goku'. Yo no entendía.

Muchos de mis compañeros me recomendaron prender la tele a eso de las 2 o 3 de la tarde para poder ver la serie del momento. Antes no existían las plataformas digitales ni mucho menos existían los celulares ni el internet, así que mi generación tenía que cumplir la misión de sintonizar el canal a la hora establecida y, si era una serie, esperar un día -o hasta una semana- para seguir el hilo de lo que iba a pasar. 

Conforme pasó el tiempo, yo buscaba ese canal para desenmarañar eso de 'Goku'. Nunca encontré nada. Después me enteré que se llamaba Dragon Ball. Ya en casa y cambiado de canales, pude ver un capítulo y ahí fue cuando tuve mi primer acercamiento con el anime.

La historia transcurría y mientras ese niño se hacía fuerte yo me hacía más fanático, tanto así que les pedía a mis tutores que me compraran sobres para llenar un álbum especial; cada vez que veía un muñeco lo pedía y si era posible, un póster.

Entré a Karate y, aunque no me gustaba, me imaginaba que era uno de los personajes de este anime. Muchos se burlaron cuando intenté hacer un Kame-hame-ha.

A partir de ese momento mi infancia estuvo acompañada de todas estas caricaturas japonesas, por las cuales siempre tenía curiosidad acerca del porqué había dibujos al principio y final de la serie; después me 'iluminaron' y supe que eso era japonés y así busqué por muchos años clases de ese idioma, hasta que lo conseguí.

El mundo nipón entró a mi vida desde muy pequeño, y a pesar de que era difícil de conseguir series o incluso bastante caras, una amiga me enseñaba todos aquellos lugares en donde podía comprar DVD (a 25 pesos por disco) para no perderme de series que no habían salido en México.

Así conocí Trigun, Elfen Lied, Karekano, Evangelionentre otros. La travesía de buscar DVD´s baratos siempre nos llevaba a lugares como la “Friki Plaza” o en el Centro Cultural Telmex (hoy Plaza centro cultural Cuauhtémoc). Claro que el dinero era el mayor de los problemas.

Ahora, reconozco que el anime me acercó no nada más a conocer la cultura de un país lejano, también conocí a autores de oriente, y comprendí que sin Akira Toriyama no hubiera visto Dragón Ball y me hubiera tardado en comprender que el manga también es literatura.