Visité la famosa cafetería Starbucks la semana pasada; todavía tenía seis termos pertenecientes a la colaboración con Stanley.
Cuando hice la pregunta a la partner sobre la existencia de este termo en la sucursal que visitaba, me miró, volteó al estante donde colocan los productos de la famosa sirena... pero decido no comprarlo. Aquí inicia la 'cara' odisea por conseguir uno.
Sí, hace tan sólo unas semanas visité este lugar y me dije que esos termos Stanley durarían por mucho más tiempo. Me confié; sin embargo, muy dentro de mí sabía que cometí un error al salirme de la tienda sin adquirirlo. Mismo error que ya lo pagando demasiado caro.
Me salí de ese Starbucks, y visité otra de las seis tiendas que se ubican en el primer cuadrante de la Ciudad de México, donde cada respuesta era la misma: “no hay”.
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En mi trayecto pensé en cada una de las cafeterías que había visitado en esa semana. Me imaginé como si fuera un cazador de ballenas, tal y como se describe en la tripulación de Ahab, junto a Ismael y Queequeg, en la novela Moby Dick.
Vislumbraba ese termo que tenía Starbucks en colaboración con Stanley porque su color me agradaba, pero ante mi caminata pensé ¿y si lo encuentro en internet? Mala idea.
Mercado Libre y varias páginas de redes sociales mostraban cada uno de los termos que sacó a la venta Starbucks, pero las publicaciones espantaron mi cartera: me veía rodeado como si los vendedores fueran tiburones y yo estuviera en una isla, atrapado para no ser devorado.
Así de caros son los termos Stanley de Starbucks
Mientras más me acercaba a una sucursal, desenfundaba mi arpón para lanzarlo y sólo me imaginaba que a mi lado estaba Queequeg, para lograr atrapar esa ballena -o termo Stanley- tan distintiva que, en vez de blanca, ahora era verde.
El canto de la sirena me encaminaba a otras tiendas. Perdido en el gran mar de la CDMX, decidí pasar a la penúltima tienda; entré a la sucursal sin esperanzas y, al ver la vitrina, pude presenciar otra especie de termos que no había visto.
Tantos diseños que sacaron, que uno no sabe el tesoro que podrá encontrar. Es por eso que al ver el diseño y la practicidad que tendría, decidí desembolsar 700 monedas para obtener lo prometido: un termo de Stanley con Starbucks.
Al salir de la cafetería con mi termo Stanley, incluida mi bebida gratis, me percaté que fui parte del mar de fanáticos que aman los termos.
Pero este fanatismo es nuevo, porque años atrás el termo más caro que uno podría conseguir era de 350 pesos. Eran pocas sucursales y en sus inicios yo fui tripulante de uno de sus barcos, ahí compré un par de termos antes de que fueran populares.
Ahora, si tienes suerte, en Starbucks los encuentras en 700 u 800 pesos, pero en otras partes los venden hasta en 2 mil pesos por el fanatismo 'loco' de tener un tesoro... o termo de 'clase alta'.