El Día de San Valentín, reconocido en muchas partes del mundo como una celebración de amor y afecto, tiene un lado oscuro en la historia de Estados Unidos, marcado por uno de los eventos más sangrientos en la era de la prohibición: La masacre de San Valentín en Chicago.
Este trágico episodio no solo dejó una huella indeleble en la ciudad de los vientos, sino que también cambió el curso de la lucha contra el crimen organizado en Estados Unidos. A continuación, desglosamos este acontecimiento, sus precedentes, protagonistas, y el impacto que tuvo en la sociedad estadounidense.
Antecedentes de la masacre de San Valentín
En las primeras décadas del siglo XX, la Prohibición en Estados Unidos, un periodo que duró de 1920 a 1933 durante el cual la producción, importación, transporte y venta de alcohol estuvieron prohibidos, creó un terreno fértil para el surgimiento y consolidación de organizaciones criminales dedicadas al contrabando de bebidas alcohólicas. Chicago, la tercera ciudad más grande del país, se convirtió en uno de los principales escenarios de estas actividades ilícitas.
Dentro de este contexto, dos figuras emprendieron una lucha por el control del crimen organizado en Chicago: Al Capone y George "Bugs" Moran. Capone, líder de la facción italiana, controlaba el sur de la ciudad, mientras que Moran, de la facción irlandesa-americana, dominaba el norte. La tensión entre ambos grupos era alta, con frecuentes escaramuzas y asesinatos que buscaban consolidar sus respectivos territorios y operaciones de contrabando.
¿Quiénes murieron en la masacre de San Valentín?
La mañana del 14 de febrero de 1929, en un garaje ubicado en el 2122 de North Clark Street, se llevó a cabo una de las masacres más notorias en la historia del crimen organizado de Estados Unidos. Siete hombres de la banda de Moran fueron brutalmente asesinados en lo que se presume fue un intento fallido de Al Capone de eliminar a su rival George "Bugs" Moran.
Los asesinos, disfrazados de policías, irrumpieron en el garaje simulando una redada. Los hombres de Moran, sin sospechar el engaño, se alinearon contra la pared a la espera de ser arrestados. Fue entonces cuando los falsos oficiales abrieron fuego con armas automáticas, asesinando a todos excepto a uno, Frank Gusenberg, quien murió horas más tarde debido a sus heridas. Moran, el objetivo principal del ataque, escapó por poco al llegar tarde al encuentro.
Consecuencias de aquél trágico 14 de febrero
La Masacre de San Valentín sacudió a la opinión pública estadounidense y marcó un punto de inflexión en cómo se percibía y trataba al crimen organizado. Hasta entonces, figuras como Al Capone habían sido vistas por algunos sectores de la sociedad casi con admiración, como rebeldes modernos que desafiaban una ley impopular. Sin embargo, la brutalidad y la frialdad del asesinato de siete hombres en pleno día hizo que el gobierno federal intensificara sus esfuerzos para combatir a las organizaciones criminales.
En los años siguientes, se incrementaron las acciones legales y las presiones sobre figuras como Capone, quien finalmente fue condenado por evasión de impuestos en 1931 y sentenciado a cumplir tiempo en prisión, marcando el comienzo del fin de su imperio criminal. La masacre también simbolizó el eventual declive de la poderosa organización de Moran y el fortalecimiento de la ley federal en su guerra contra el crimen organizado.
El Día de San Valentín de 1929 recordará por siempre la oscura realidad detrás del auge del crimen organizado durante la Prohibición. Más allá de los romances y las celebraciones, esta fecha también invita a reflexionar sobre las consecuencias de las leyes impopulares, la corrupción, y cómo la sociedad y el gobierno responden a las amenazas contra el orden público.