Ya es hora de portarse bien. Desde que inicia diciembre, muchos empiezan a sentir alegría por ver las casas adornadas con botas, árboles y grandes destellos.
Incluso, la comida y los regalos son parte de esa tradición. Cada año se inundan de promociones y meses sin intereses, para brindarle a nuestra pareja, familia o amigo el detalle que tanto quería: Esa playera que vio y no la compró porque no le alcanzaba, o simplemente se acordó al ver esa figura y decidió regalarla.
Se busca olvidar el pasado para darle una nueva oportunidad al próximo año, pero lo que nunca desaparece son aquellos miedos a los que incurren las familias para recordar a los infantes qué dependiendo de cómo se portaron en el año es como les irá en diciembre.
Y, a su vez, advertirles que, así como los adultos tienen que hacer frente al SAT, ellos tienen que brindarle cuentas a Krampus, quien forma parte de una leyenda de los países alpinos.
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Durante mi infancia, recuerdo que al llegar la navidad mis padres amenazaban con darle cuentas a Santa Claus para que viniera a la casa, desde el Polo Norte, y si consideraba que me había portado bien (calificado a partir de la moral de los padres) me darían juguetes, pero si me había portado mal obtendría un pedazo de carbón.
Yo dudé que tanto Santa y los tres Reyes Magos se hablaran para quedar en no traerme ninguno de los premios, que cada niño espera, pero fue entonces cuando un amigo de la primaria me confesó que no solo le habían dejado carbón, sino que vio a Krampus.
Un elfo con cuernos, pelo oscuro y colmillos fue lo que se apareció en su sala y, después de haber escuchado ruidos logró mirar algo que lo traumó y también a mí.
Nos contó que sus papás le relataron la historia de Krampus, aquel demonio navideño que, a diferencia de Santa Claus, se lleva a los niños el 5 de diciembre: los atrae con caramelos y después los atrapa para azotarlos, llevarlos a su guarida. Si esa noche no te llevó, entonces recibes un regalo.
En Alemania y Austria es muy conocida esta leyenda, donde algunas personas mayores salen a la calle vestidos de este demonio para asustar a los niños que se portan mal.
Años más tarde, mi amigo confesó que la persona que estaba esa noche en su sala era uno de sus papás, que escondía los regalos que iba a dar de intercambio, solo que nunca supo que esa historia iba a dejar traumada a una generación de niños que, cada año, buscaban mantener una buena conducta para no ser azotados por el demonio navideño.
“Niños, tengan cuidado
Por favor sean cuidadosos
Todo lo que has hecho
Saldrá a la luz
¿Has sido bueno?, ¿te comportaste cómo deberías?
Para aquellos que no
Se sabe que
Krampus vendrá
Buscándolos
No estás a salvo
Será mejor que corras
Estás en su lista
No en la que deseabas
Esta Navidad
Estarás perdido
Hay alguien vigilando
Todo lo que has hecho este año”.
Así es una de las canciones que relata la leyenda de Krampus y su esperada llegada este 5 de diciembre.