Cuando uno va a leer un libro, se espera que la historia lo atrape. Busca que el tema sea de su agrado y que cada uno de los autores lo atrapen fácil, con el fin de acabar pronto el texto y haber disfrutado de una historia más.
Sin embargo, en este libro de cuentos es todo lo contrario. Uno debe leerlo para comprender lo próximo que voy a decir; en estos textos uno se va a sentir mareado e incluso podrá convivir ¡hasta con el autor!, son determinados puntos en donde se verá reflejada la gran audacia de cómo está escrito este texto para salir de esas páginas y adentrar al lector para que también se involucre.
El último Show del elegante Joan
Un título muy agradable, pero no es un homenaje al cantautor. En el texto lo resume perfecto y este título pertenece a uno de los cuentos muy bien elaborados para explicar la situación por la cual pasa este personaje, que en realidad es un imitador.
Así también brinda la oportunidad de discutir con el propio autor y hasta sus propios personajes hacen una huelga, por el hecho de cómo los trató en estas historias.
Es una forma divertida de darle la vuelta a los cuentos y no perder el hilo conductor, además de que seguro vas a poner demasiada atención en ellos.
Aunque también hace una referencia a los miedos, donde un par de personas buscan la manera de salir del cuarto, pero piensan si en realidad es una buena forma de escapar de ese mundo o no.
El encanto de estos cuentos hace reír al lector, el cual agradece que, entre lo cotidiano, exista alguien que pueda encerrarlo y hacerlo divertido, dentro de la literatura.
La conclusión lógica de lo que recorrió el autor
En este espacio ya no puedo escapar, tengo que caminar y, al llegar a un cuarto blanco y amplio, me encuentro con Luis Humberto Crosthwaite. Ahora somos los que estamos atrapados en un texto, como sus personajes.
Se adelanta y me cuestiona si conocía sus textos, algunos los leí en la escuela, pero eso ya tiene varios años. Me revela que ya tiene 40 años de escritura, pero buscaba una forma de divertirse.
“Con cosas específicas que tuvieran que ver con la literatura, ambiente, buscar editoriales e hice lo que vengo haciendo desde mi primer libro, que se publicó en 1988 que es manifestarme yo a través de mis personajes, que yo me desdoblo y me convierto en ellos”, dice.
Uno no lo podría ver, pero si los personajes de Crosthwaite reciben un golpe o manotazo, es el propio autor quien lo recibe, explica en entrevista con Radio Fórmula. Así de cruel es la literatura y algunos psicoanalistas podrían señalar algún problema, ¿cuál? No lo sabremos, pero para él, es ejercer la autocrítica y la mirada interior.
Incluso, se pone en los zapatos de cada personaje y cree que es “el loco que está cantando para una multitud, cuando está solito en su fantasía”.
En el cuento “El último show del Elegante Joan” explica que al asistir a un restaurante, había una persona cantando y se hacía llamar “El elegante show del tigre Joan” y lo que hacía era cantar las canciones de Joan Sebastian.
“Y lo que me di cuenta es que la gente no lo estaba mirando, pero él estaba fuera de lugar, disfrutando, un señor mayor. Después se detiene y comenzó a decir que se iría para hacer una película, lo cual se cuestiona Crosthwaite si en verdad iría a hacer una película o es una fantasía”.
Luis Humberto no es una persona con buena memoria, adelanta que si en algún momento llega a sobrevivir ese pensamiento, puede ser que trabaje una historia. Una amenaza del cual podría quedar varado como un periodista más, de su memoria.
Al ver este espectáculo tenía la idea de hacer un libro, pero el cual demuestra que está disfrutando la vida.
“Traté de hacer un equilibrio entre la historia triste y lo jocoso, por eso cabía muy bien con la música” y para hacer este cuento tuvo que escuchar música del cantautor.
En sus textos hace lo que a lo mejor muchos quisieran ver en la calle y esto es una batalla de poesía, pues en su primer cuento nos adentra a un México, en donde no hay golpes, sino son batallas de poesía, para ver quién hace los mejores versos.
Y esto se debe a que, además de gustarle las películas chinas que tienen kung-fu, también le interesa la búsqueda del maestro y que aquí lo desenvuelve como un Western.
“Yo mismo soy el padre, contando la historia y yo soy en hijo receptor de la historia, muy inseguro de los momentos que estoy escuchando a mi padre hablar, ya que nunca me habla. Son búsquedas propias y si fuera un joven lo admiraría mucho”.
Lo que más sorprende es que sus propios personajes se quejan de él y están en contra de él, tanto así que hay un desplegado al principio donde se ponen en huelga, una forma muy divertida de utilizar la literatura.
“Siempre estoy pensando en ese lector, es una figura borrosa que le estoy hablando directamente y mi próxima novela se verá más evidente”.
“Cada cuento es una manifestación de mí mismo, a lo mejor algunos no se parezcan, pero es la búsqueda de las formas de como entrarle a una historia” y además “muchos de mis personajes están entre la cordura y la locura, pues no están como balanceando”, finaliza.