Eduardo Sacheri no nada más acerca al lector a la historia de la Argentina, sino que da contexto de lo que sucedió en 1975, un asunto no solamente de organizaciones armadas, sino de la propia vida cotidiana.
Esta época se desenvuelven peleas estudiantiles en muchas partes del mundo aunque en esta novela se refleja la cotidianeidad de la vida de los argentinos y las actividades revolucionarias que pusieron en peligro la vida de muchos.
“Nosotros dos en la tormenta”
En los ojos de Eduardo Sacheri se muestra no nada más el rostro de los guerrilleros que están en pelea, sino también cómo empiezan a involucrarse en estas organizaciones armadas a pesar de estar en dos bandos distintos, pues su sentir y sus pensamientos cobran vida en la novela.
Mientras que, en otro lado de la historia, se refleja la vida diaria de Claudia, así como las ideologías de estudiantes y conforme uno lee, los personajes se vuelven víctimas.
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Una historia que data un año antes del golpe de estado, de Argentina, con Isabel Perón, (1976).
La mirada de Sacheri a la Argentina
En 1975 Sacheri tenía ocho años, pero las memorias personales y familiares fueron un elemento que ayudó al autor a crear este ambiente, gracias a la vasta información que obtuvo para mostrar “una mirada amplia, diversa, reflexiva y ecuánime posible, para investigar mucho sobre el periodo”.
“Hay mucho sobre las organizaciones armadas, su funcionamiento, estructura su ideología, acciones armadas, vínculo y con su distancia con la sociedad en general, fue muy importante para tener un acercamiento respetuoso y lejos de los estereotipos”.
La violencia armada es un tema llamativo, pero “el peligro de los estereotipos, tanto los positivos como los negativos es muy fuerte, me parecía que la investigación era un tránsito necesario para evitar ese riesgo”.
Pero lo que sorprendió al escritor fue la profunda legitimación de la violencia, como herramienta política que existía en la Argentina de los años setenta, mencionó en entrevista con Radio Fórmula.
“Los distintos actores políticos se movían, teniendo la violencia como un elemento más de la realidad, para ejercerla o padecerla”.
“No había una condena de la violencia, ni una toma de distancia crítica, pero te decía que era algo generalizado y que abarca a las organizaciones armadas, no solo a ellas, a las fuerzas de seguridad, militares, el propio gobierno constitucional de Isabel Perón (quien gobierna en 1975) se mueven con esa soltura y naturalidad”.
Cincuenta años después de estos eventos, todavía llama la atención esta diferencia en Eduardo Sacheri.
“No creo que vivamos un momento ajeno a la violencia, pero al menos no lo vivimos como algo normal, nos parece algo destacable y censurable”.
Los jóvenes militantes de “Nosotros dos en la tormenta” sienten, dudan, se enoja, envidian, y a Sacheri le parecía importante darles la dimensión humana más sólida posible.