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‘Ruido’: El estruendo de una hija y su madre que encaran al patriarcado

La cineasta Natalia Beristáin retrata en 'Ruido' un “horror” que desgarra las latitudes de México: las desapariciones y los feminicidios.

Ruido estalla con esas “ganas enormes de hablar de lo que me duele como mexicana”.Créditos: Netflix
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“Estamos aquí para no dejarlos dormir” porque “no estás sola”, son las palabras que retumban en la cabeza de Julia (madre de Ger) luego del golpe ensordecedor que instantes antes recibió: “Ya no la busques, ya no la vas a encontrar”.

La cineasta Natalia Beristáin (Los Adioses) toma la mano de su madre, la actriz Julieta Egurrola, dos generaciones que se unen y, juntas, se plantan firmes sin eufemismos para retratar un “horror” que desgarra las latitudes de México: las desapariciones y los feminicidios.

A lo largo de 105 minutos de una recreación sustentada en un minucioso trabajo de campo, Beristáin retrata una crudeza cotidiana en la que el Estado/sistema fractura la red que acompaña y, a su vez, deja en libertad a la red que mata.

Ruido mueve ese avispero para contar las “historias de vida que se rompen cuando una persona desaparece. Es la importante vida de las personas desaparecidas, y también la de su círculo inmediato”, cómo este ya no es el mismo en el momento en que alguien deja de estar, manifiesta Beristain.

Y justamente la “manifestación” es el pliego lleno de rabia, hartazgo pero también de amor que el filme entrega en tiempos pospandémicos luego del escollo circunstancial que atravesó los avances de la lucha. “Para mí, una de las cosas más poderosas que está sucediendo con la ‘peli’ es leer la respuesta de un ch*ngo de morras diciéndonos:

‘Nos haces recordar la importancia de la manifestación, de retomar los espacios públicos que hemos ganado con sangre, sudor y lágrimas’”, declara Beristáin al ser cuestionada tras la proyección de la película desde Le Cinéma del IFAL en CDMX.

En un México en el que 11 mujeres son asesinadas cada día, Ruido estalla con esas “ganas enormes de hablar de lo que me duele como mexicana”, sostiene la cineasta, que busca devolver la humanidad a quienes han sido reducidxs a cifras. “El patriarcado es cabr*n y atraviesa a todas las personas, por eso (la importancia de) los personajes como Arturo Beristáin (padre de Ger)”.

Y es que en una atormentante realidad mexicana, entre 1964 y lo que va de este 2023, el número de personas desaparecidas y no localizadas suma casi 110 mil, de las cuales más de 80 mil son hombres, de acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda.

“Cada persona desaparecida es una parte de nuestro cuerpo”, dice Beristáin tejiendo estas palabras entre bordados y tatuajes que hilan la historia del dolor estrepitoso de una madre de clase media en búsqueda de la hija que le ha sido arrebatada, un vía crucis que representa y deriva en el acompañamiento de miles de mujeres en México: colectivas como Voz y Dignidad por los nuestros y Buscándote por Amor, así como periodistas.

“El bordado es un memorial que guarda y hace presente los nombres y las historias de lxs desaparecidxs, y el tatuaje en la piel es el constante recordatorio para estar cerca de la persona que falta”, evoca.

El trabajo de Beristáin se desarrolla en un escenario en el que elementos que se entrelazan quedan en evidencia: Estado, narcotráfico, desaparición, violencia de género, patriarcado y violencia contra la prensa. Un escenario en el que paralelamente se protege al raptor y se violenta constantemente a la víctima.

“Mi tercera película, pero la primera que siento que suena”

“Es la primera vez en la que llego primero al título que a un primer borrador de guion”, comparte la cineasta. “Es mi tercera película, pero es la primera que siento que suena”, confiesa.

El filme toma fuerza entre las filas de la ruidosa marcha del 8M del 2020, imágenes que si bien terminaron por no ser usadas -relata- “permearon muy cabr*n”. El estallido chileno, la represiva manifestación feminista en Quintana Roo así como la okupa de la CNDH fueron los capítulos que provocaron que ese ruido reventara en la cabeza de Beristáin.

Un zumbido que también expone una envolvente contraposición entre el tinnitus que durante años ha sufrido Julieta, la actriz protagonista madre de Ger y de Natalia, y el “ruido estruendosísimo que somos y que hacemos, y que de ahí emana el poder porque estoy hasta la m*dre de que nos digan cómo comportarnos y lo que es ser una buena feminista”.

Finalmente, aquel sonido ensordecedor “en el que entiendo que habitan los seres que son atravesados por un dolor tan inexplicable”.

Frente a las continuas acusaciones que surgen desde Palacio Nacional en contra del movimiento y su “origen desde el conservadurismo”  -como lo califican-, la cineasta intenta hacer “oídos sordos a palabras necias”.

“Voté por la administración actual y hoy me siento traicionada”, palabras que hacen eco también desde el lugar que ocupa Julieta en el escenario. “Es un acto violento que el Gobierno llame conservadora a la manifestación y, por eso, esta película, porque para mí el poder del cambio ya no está en ninguna gestión.

“Tejer redes y manifestarnos… esa es la posibilidad del cambio”.