Antes de convertirse en el icónico Tin Tan, Germán Valdés era simplemente Germán, un joven inquieto que creció en las calles de Ciudad Juárez, antes de convertirse en el “Pachuco de Oro”.
Su energía desbordante y personalidad juguetona le valieron el apodo de “La Chiva”, el primero de los nombres que lo acompañaron en su ascenso a la fama.
Carlos Noriega, locutor y apasionado investigador de la vida de Valdés en Ciudad Juárez, explicó que este sobrenombre surgió de múltiples anécdotas.
Dijo que algunos aseguran que fue por su habilidad en el fútbol, levantando la pelota con las piernas hacia atrás, recordando a una cabra.
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Otros mencionan que, al dejarse crecer la barba, parecía una chiva, mientras que una maestra lo llamó así por su carácter inquieto, “como una chiva en una cristalería”.
Sea cual fuere la razón, este apodo encapsula la esencia irreverente y única del joven Germán, marcando los primeros pasos de su vida.
Aunque también en su juventud, algunos de sus amigos cercanos lo llamaban “Trompudo” o “Dientón”, aludiendo con afecto a sus rasgos faciales prominentes.
Sin embargo, para quienes compartieron su día a día con quien se convertiría una de las estrellas más importantes de México en su época, simplemente era Germán.
"Topillo Tapas": el primer pachuco
Ya como locutor en la XEJ, Germán Valdés comenzó a dar vida a personajes que entretenían a los radioescuchas, explorando su talento para la comedia.
Fue en esta etapa que surgió su segundo apodo significativo: “El Topillo Tapas”, una creación inspirada en la jerga pachuco.
Noriega explicó que el “topillo” hacía referencia a su picardía, mientras que “tapas” aludía a los sombreros característicos de los pachucos, llamados “tanditos”.
Este personaje tuvo su mayor proyección cuando Germán se unió a la compañía de Paco Miller, un destacado director y productor de espectáculos que buscaba comediantes para una gira en Estados Unidos.
Bajo el nombre de “El Topillo Tapas”, Germán Valdés encarnaba a un pachuco tramposo que, aunque era carismático, no logró conectar con el público estadounidense, debido a las tensiones culturales de la época, marcadas por la persecución hacia los pachucos en Los Ángeles.
Más tarde, sería en la frontera de Tijuana, donde acompañado de Marcelo Chávez como su patiño, presentaría la canción “Watatina”, con la cual logró conquistar a la audiencia mexicana.
Este éxito marcó un giro en su carrera, consolidando su química con Chávez y abriendo la puerta a nuevas oportunidades.
El nacimiento de Tin Tan
Fue Paco Miller quien sugirió el último y definitivo apodo de Germán: Tin Tan, inspirado en un pequeño personaje del espectáculo de un mago. Este nombre, aunque inicialmente no le convencía, se convirtió en su sello distintivo.
Con este apodo, solía bromear diciendo que con ese nombre le llamarían “hijo de su campana madre”, pero con el tiempo lo adoptó con orgullo, transformándolo en un símbolo de su identidad artística. En palabras del propio Tin Tan, todo en él era música, y su apodo lo reflejaba a la perfección.
Desde los humildes días de “La Chiva” y “Topillo Tapas” hasta la cúspide de su carrera como “El Pachuco de Oro”, cada etapa de su vida contribuyó a la creación de un ícono irrepetible.
Por ello, el legado de Tin Tan perdura como un referente cultural de la frontera y un símbolo de identidad para Ciudad Juárez, pero también es el testimonio de una de las leyendas más grandes que ha tenido México.