La cárcel de piedra es uno de los edificios más antiguos de Ciudad Juárez, y se trata de lo que un día fue un penal de máxima seguridad lleno de historia y leyendas.
Este sitio brindó servicio por más de 50 años, y dentro sus muros se albergaron infinidad de ciudadanos cuyos delitos fueron principalmente la prostitución, el trasiego de estupefacientes y el robo de autos.
Aunque de momento se encuentra desocupado, es tan icónico que las personas lo utilizan como una referencia geográfica.
Y no sólo eso, sino que además, se piensa que algunas almas en pena lo rondan, habiendo muerto como víctimas de injusticias y abusos.
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¿Dónde se encuentra la Cárcel de Piedra?
La cárcel de piedad está ubicada justamente en la calle oro, esquina con la también emblemática avenida 16 de Septiembre.
Fue inaugurada el 15 de junio de 1943, en medio de la Segunda Guerra Mundial, cuyos efectos generaron diversos fenómenos.
En ese entonces, la ciudad era un paraíso nocturno para los gringos, especialmente para los soldados que siempre que descansaban de sus labores cruzaban la frontera en búsqueda de diversiones sanas y otras no tanto, como drogas y alcohol.
Entonces la máxima autoridad en esta ciudad era el alcalde Antonio J. Bermúdez y el gobernador del Estado era Alfredo Chávez.
La situación con el narcotráfico y la inseguridad que empezó a aumentar en el Centro Histórico, hizo que las autoridades unieran esfuerzos contra el crimen en un intento de frenarlo todo.
Fue así como se decidió justo en este lugar la construcción de una prisión de máxima seguridad.
El proyecto inicial contemplaba que el edificio tendría una capacidad máxima de 200 presos, pero la actividad ilícita era mucha, y ese número se rebasó muy rápido.
Al principio, el edificio contemplaba una ocupación máxima de 200 reos, sin embargo, con el paso del tiempo se empezó a saturar y el espacio resultaba insuficiente.
En 1963, ante la imposibilidad de mantener a los internos en condiciones de hacinamiento, se decidió empezar a realizar redadas de reubicación. La primera vez se decidió enviar a los 124 reos más peligrosos a otra parte, específicamente al penal de las Islas Marías.
Antonio Ramos Solis, cronista de Ciudad Juárez, a través de su personaje de “Don Chendo”, relata que los presos eran trasladados fuera de la cárcel amarrados de las manos en una cuerda.
Y por eso, cuando esto ocurría la gente comenzaba a correr la voz de que “iba a haber cuerda”, lo que hacía que las familias que tenían a sus seres queridos presos, se adelantarán al traslado para despedirse de ellos.
Con el tiempo se fueron hacienda obras para ampliar el lugar, pero nunca fue suficiente y con el tiempo fue quedando pequeño y obsoleto.
Ya en 1955 se inició la construcción de una nueva cárcel, la que actualmente conocemos como el Centro de Readaptación Social para Adultos (CERESO 3), y que hasta la fecha mantienen funciones, inaugurada desde 1980.
La cárcel de piedra conservó su nombre después de eso, más no así sus funciones, fue utilizada por el gobierno para instancias oficiales, y en el 2000 cerró definitivamente sus puertas.
¿Qué fantasma se aparece en la Cárcel de Piedra?
Como puede esperarse de casi cualquier penal, se sabe que dentro de los mismos ocurren abusos y violaciones a los derechos humanos, aun cuando las autoridades se esfuercen por frenarlos.
Se cuentan historias sobre personas que perdieron la vida en el interior, pero hay una leyenda en específico, referenciada por Ramos Solís en su reciente libro ¨Leyendas con Historia, Ciudad Juárez, vol. 2", que deja muy mal parados a los policías de aquellos años.
Según el relato, había un par de presos que, como muchos otros, ideaban maneras de escapar de prisión. Ellos descubrieron que podían hacer un túnel a escondidas, el cual terminaría sacándolos del edificio.
Duraron varias semanas y meses haciendo esto poco a poco, y cuando estaba por concluir, fueron descubiertos por los cuidadores del recinto.
Los agentes descubrieron la construcción del túnel y de algún modo pudieron saber por que lado iba a terminar esta estructura que los llevaría a la libertad.
Pero, en vez de reprender a los presos o frustrar su intento de escape, decidieron no hacer nada y permitir que estos culminaran su obra.
La fecha del escape se dio, los escapistas no sabían que habían sido descubiertos, y justo cuando se encontraban en medio de la fuga, debajo de la tierra, los agentes decidieron ingresar y detenerlos en el acto.
Pero los planes de la policía no paraban ahí, estando ahí abajo y usando la fuerza, los maniataron y dejaron en medio del túnel, para después clausurar las salidas del mismo, en medio de los gritos de desesperación de los presos, quienes ahora enfrentaban un destino más siniestro que el de la prisión.
Enterrados vivos en el túnel que ellos mismos construyeron, se piensa que fue cuestión de horas para que murieran asfixiados, y se cuenta que, sus espíritus atormentados siguen bajo la tierra, siendo escuchados por las personas que habitan a los alrededores de este recinto en desuso.