En medio de la urbanización, a espaldas de un fraccionamiento cercano a la franja fronteriza, quedó el Panteón Senecú, mejor conocido como el Panteón de los Niños.
Se trata de un cementerio que agrupa alrededor de un centenar de cuerpos, algunas de sus lápidas tienen fechas de principios del siglo pasado.
Se le conoce con el mote de Panteón de los Niños porque entre las tumbas sobresalen varias con inscripciones que señalan la sepultura de recién nacidos y menores de edad.
Sin embargo, la popularidad del sitio responde a la cantidad de historias paranormales que residentes del sector y visitantes le atribuyen.
¿Dónde está el Panteón de los Niños?
El panteón está ubicado a unos metros del bulevar Francisco Villarreal Torres, muy cerca del cruce de este con el bulevar Juan Pablo II, exactamente sobre la calle Camino a Barcelona.
No cuenta con bardas o cercos que resguarden su perímetro, y si no fuera por las cruces y la parafernalia que adorna las tumbas, podría ser simplemente un terreno baldío.
A sus espaldas se encuentra el fraccionamiento Jardines de Aragón, un sitio donde viven personas con ingresos de clase media y alta.
La mayoría de las tumbas lucen deterioradas, sus ornamentas parecen haber sido colocadas hace ya mucho tiempo, y en muchas no hay señas de que hayan sido visitadas por familiares en tiempos recientes.
Se cuenta que momentos antes de que iniciara el periodo de la Revolución Mexicana, la gente comenzó a utilizar este sitio para enterrar a sus muertos, como una alternativa a los administrados por el gobierno.
¿Qué mitos hay del Panteón de los niños?
Debido a su abandono y falta de cuidados, así como a los juguetes colocados como ofrenda y ubicados en medio de la maleza, la gente le da el atributo de aterrador.
Además, al no contar con vigilancia ni estructura que le resguarde, las personas suelen utilizarle para realizar rituales de brujería, consumir sustancias ilegales o arrojar basura y animales muertos.
Quienes conocen el sitio o viven cerca de él, relatan diversas situaciones, que van desde risas de niños que se escuchan durante la madrugada, hasta avistamientos de sombras corriendo en medio de las cruces, que corren a las casas vecinas a tocar la puerta para luego desaparecer.
Dichas historias han atraído a incontables exploradores urbanos e investigadores paranormales, quienes han osado en irrumpir en medio de la noche, para después descubrir huellas de pequeñas manos en sus vehículos y captar en cámaras siluetas siniestras.
Material en relación a esto circula en diversos rincones de Internet, así como las anécdotas de otros visitantes, quienes, contrariamente, dicen que se experimenta paz debido al silencio y la quietud que envuelve al Panteón de los Niños.