¿No quieres dormir esta noche? Te contamos la historia de Felícitas Sánchez Aguillón, una asesina serial que en los años 40 mató a docenas de niños recién nacidos en la capital del país.
La Colonia Roma es uno de los lugares más emblemáticos de la Ciudad de México, debido a que lo tiene todo: amplia oferta cultural, bares, cines, cafés y restaurantes.
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Sin embargo, tiene un lado oscuro y terrorífico. Historias reales que los habitantes de dicha colonia capitalina prefieren no mencionarlas... aunque no las olvidan. Una de esas historias es el de la Ogresa de la Colonia Roma. Aquí te la contamos
Felícitas Sánchez Aguillón le quitó la vida a bebés recién nacidos o de pocos meses a los cuales arrojaba al sanitario o a basureros, además de que los quemaba en aceite o gasolina para ocultar los restos, de acuerdo con el libro Asesinos Seriales Mexicanos de Ricardo Ham.
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En el número 9 de la calle de Salamanca, la mujer, partera originaria de Veracruz, tenía su negocio, en el cual practicaba abortos clandestinos bajo la fachada de una tienda llamada La Imperial.
Los habitantes de la Colonia Roma entraron en pánico al enterarse que en las tuberías y en los basureros aparecieron las extremidades de las víctimas.
El modus operandi consistía en que Sánchez Aguillón asesinaba a muchos de ellos después de nacidos, estrangulándolos con sus propias manos.
Ricardo Ham cuenta que los crímenes de la también conocida como "Trituradora de Angelitos" llegaron a su fin cuando, ell 11 de abril de 1941, el detective José Acosta, quien también participó en las investigaciones contra el Goyo Cárdenas, detuvo a Salvador Martínez Nieves, quien era el cómplice y plomero de la referida mujer.
Dicho hombre se encargaba de destapar las tuberías a través de las cuales eran arrojados los restos de los bebés; ese mismo día se detuvo a Sánchez Agullón y a su pareja Alberto Covarrubias.
Aunque Felícitas fue liberada tras pagar una fianza de 600 pesos, en junio de ese año decidió quitarse la vida al ingerir un frasco entero de Nembutal, narra Ricardo Ham.
No cabe duda que esta es una de las historias más aterradoras de la Ciudad de México.